Washington, 21 de octubre, 2016 (Reuters). Si el republicano Donald Trump decide desafiar el resultado de la elección presidencial del próximo mes en Estados Unidos, tal y como lo ha sugerido, se enfrentaría a una tarea difícil y costosa, de acuerdo a abogados especialistas y a una revisión de las leyes electorales de los estados claves de la contienda.
El candidato aseguró que le preocupa que los comicios del 8 de noviembre estén amañados en favor de su rival, la demócrata Hillary Clinton, y en el debate del miércoles se negó a decir si aceptará el resultado.
No obstante, antes de llegar a los tribunales, lo más normal sería que Trump pidiera un recuento, señaló Donald Brey, un abogado electoral republicano en Ohio que aseguró que lo más probable es que un juez desestimara el caso si no se agotan primero las vías extrajudiciales.
Las reglas de los recuentos varían entre estados. Carolina del Norte, por ejemplo, no permite solicitarlo si un candidato tiene una ventaja de más del 0.5 por ciento del total de votos. En Wisconsin, el aspirante que pide el recuento debe pagar por completo el proceso si la diferencia de sufragios supera el 0.25 por ciento, umbral que sube hasta el 0.5 por ciento en Colorado.
Esto podría ser caro. Funcionarios de una localidad de Wisconsin calcularon en 13,000 dólares el costo del recuento de unos 9,000 votos a principios de año, indicó Michael Maistelman, un abogado electoral que representó al candidato perdedor. Más de 3 millones de personas votaron en las elecciones presidenciales de 2012 en Wisconsin.
Trump podría intentar presentar una demanda sin pedir un nuevo conteo, alegando por ejemplo un abuso de poder por parte de un funcionario electoral, según el abogado Troy McCurry. El problema -según apuntó- es que si el equipo del republicano no presenta hechos específicos que respalden esta premisa, un juez rechazaría la querella.
Pese a todo, cualquier demanda que superara los primeros obstáculos se enfrentaría a un futuro incierto. Con la Corte Suprema dividida cuatro a cuatro entre jueces liberales y conservadores, los tribunales estatales o los de apelaciones federales podrían tener en sus manos la decisión final.
En Pensilvania, Colorado y Florida, donde la mayoría de jueces en ambas cortes tiene afiliación demócrata, Trump podría enfrentarse a un camino más cuesta arriba. Sin embargo, los tribunales de apelaciones de Ohio, Wisconsin y Iowa tienen un mayor sesgo republicano.
Trump podría hallar, incluso, obstáculos dentro de su propio partido, reticente a retar los resultados en un estado en el que, por ejemplo, se hubiera perdido la elección presidencial pero se hubiera ganado un escaño en el Senado por un estrecho margen, indicaron abogados.
Numerosos estudios han mostrado que las elecciones en Estados Unidos, que están descentralizadas y son organizadas por los estados, son en general limpias. Funcionarios electorales en varios estados rechazaron las insinuaciones de que el proceso podría estar amañado.
Eric Spencer, director electoral en Arizona, dijo que aunque puede haber casos aislados de fraude que deben ser investigados, las personas implicadas en el proceso proceden de todos los partidos políticos y trabajan con integridad. "La noción de que la elección está amañada es absurda, si no insultante", afirmó.
Algunos observadores electorales dudan de que Trump se esté planteando en serio desafiar el resultado. "Hay mucho de pose", dijo McCurry. "Al final del día no creo que ocurra".