Lima, Perú, 21 de noviembre, 2016 (AP). Frente a los gobernantes del mundo, el presidente Barack Obama lucía imperturbable, racional y confiado al tranquilizarlos durante su última gira global en funciones. En la trastienda y en casa, sus asesores y los demócratas en general se mostraban deprimidos y exhaustos ante un fin de mandato que nunca habían imaginado.
La discordancia entre la fachada de Obama y el sentimiento entre los demócratas tras la elección de Donald Trump fue un elemento inesperado en la última gira presidencial, que incluyó escalas en Grecia, Alemania y Perú. Una y otra vez, el mandatario saliente optó por el optimismo en lugar de cualquier presagio funesto y por la evasión diplomática en lugar de la crítica. El hombre cuyo legado podría ser destruido por Trump lució como el único demócrata que se negó a mostrarse inquieto en público.