
Levantar una barrera de concreto de 12 metros (40 pies) de alto en los 3.180 kilómetros (1.954 millas) de frontera con México, como prometió Trump en su campaña electoral, es un concepto que tropieza de lleno con varias realidades: la orografía del terreno, una fuerte resistencia local y dudas sobre quien asumirá el costo.