WASHINGTON (AP) — Cuando el presidente Donald Trump habla sobre las masas de centroamericanos que intentan ingresar a Estados Unidos, describe una horda de hombres fornidos con malas intenciones, “algunas de las personas más rudas que usted haya visto”, y se burla de ellas por actuar como bebés asustados para que los estadounidenses de corazón compasivo los acepten.
Sin embargo, las cifras de su propio gobierno presentan una historia distinta: los que están arribando son cada vez más familias y niños. Entre ellas hay miles que obtienen una oportunidad para vivir en Estados Unidos porque explican convincentemente que enfrentan persecución en sus países de origen.