martes, 22 de noviembre de 2016

Residentes de la frontera México-EEUU rechazan muro de Trump

LOS EBANOS, Texas, EE.UU. (AP) -- Olvídese de la gran muralla de Donald Trump. Los residentes del pujante y fértil valle del río Bravo, donde la frontera sur de Estados Unidos se encuentra con el golfo de México, creen que un "muro virtual" con tecnología de vigilancia tendría mucho más sentido. Es un sistema que ya se utiliza y está en expansión.

Levantar una barrera de concreto de 12 metros (40 pies) de alto en los 3.180 kilómetros (1.954 millas) de frontera con México, como prometió Trump en su campaña electoral, es un concepto que tropieza de lleno con varias realidades: la orografía del terreno, una fuerte resistencia local y dudas sobre quien asumirá el costo.

La gente se rió de la idea del republicano de que México pagaría voluntariamente los miles de millones que costaría la obra. Funcionarios mexicanos dijeron que no lo harían. Por lo que pocos locales se sorprendieron cuando Trump suavizó su posición cinco días después de su victoria electoral, diciendo que el muro podría incluir algunas vallas.

"El muro no va a parar a nadie", sostuvo Jorge García. 

García esperaba perder el acceso a la mayor parte de su rancho de más de 12 hectáreas junto al río tras la entrada en vigor del U.S. Border Fence Act hace una década, bajo el mandato del presidente George W. Bush. Sigue pendiente de si la patrulla fronteriza instala o no una cerca o un muro en la parte de la finca señalada y por la que prometieron pagar 8.300 dólares.

Según la ley, se construirían más de 1.000 kilómetros (652 millas) de barrera, la mayoría en Arizona. Los 177 kms (110 millas) de vallas y zonas fortificadas que se levantaron en Texas no siguen una línea continua y muchos tramos se encuentran a más dos kilómetros (1,5 millas) del río.

Los García creen que ellos, como el resto de residentes de Los Ebanos, quedaron fuera del proyecto porque la erosión del suelo de arcilla hace que el terreno sea demasiado inestable.

La geología va en contra de la construcción del muro en el río Bravo. Como cómplices tiene un tratado vinculante de agua con México y leyes sobre especies protegidas. Las pasarelas y túneles se construyeron dentro de las barreras fronterizas para acomodar a ocelotes and jaguarondis, dos especies de felino salvajes.

Entre las muchas interrupciones en la valla fronteriza se incluye todo un flanco del club de golf y resort River Bend en Brownsville. "Huecos para los privilegiados", según un crítico.

Otros propietarios de tierras se enfrentaron a la Patrulla Fronteriza en los tribunales.

"El muro podría hacer que parte del país se sienta más seguro, pero para los que vivimos en la frontera, esto no nos hace sentir más seguros cuando sabemos que la gente puede pasar por arriba, por un costado, por abajo e incluso atravesarlo", señaló Monica Weisberg-Stewart, experta en seguridad de la Texas Border Coalition, un consorcio de líderes regionales.

Una encuesta realizada en mayo en ciudades fronterizas del suroeste del país halló que el 72% de los residentes estaban en contra del muro. El sondeo, llevado a cabo por Cronkite News-Univision-Dallas Morning News, tenía un margen de error de más o menos 2,6 puntos porcentuales.

Políticos locales han encontrado formas creativas para hacer del muro una idea aceptable. Un tramo de 32 kms (20 millas) en el condado de Hidalgo consistió en un dique fortificado coronado por una valla. En 2010, esa represa contuvo una inundación. Se cree que la obra tuvo un costo de cerca de 10 millones de dólares por milla (1,6 kms).

En los comicios del 8 de noviembre solo tres condados fronterizos de Texas - todos con una población escasa - respaldaron a Trump. El resto son profundamente demócratas y apoyaron las políticas inmigratorias más benévolas del presidente Barack Obama.

El lado estadounidense de la frontera es bastante seguro, destacó Weisberg-Stewart. "No estamos en una zona de guerra".

De hecho, el comercio transfronterizo va en aumento. En 2014, bienes por importe de más de 246.000 millones de dólares y 3,7 millones de camiones cruzaron la frontera entre Texas y México, según la coalición.

Aunque gran parte del lado mexicano de la frontera se ha visto golpeado por violencia vinculada a los carteles de la droga, la delincuencia en el valle del río Brande, donde viven 1,3 millones de personas, es consistentemente más baja que en otras ciudades del estado.

El robustecimiento de la patrulla fronteriza tras los ataques del 11 de septiembre del 2001 es uno de las razones, señaló el exoficial David Aguilar. Desde 2004, cuando fue nombrado para el puesto, el número de agentes en la frontera suroeste aumentó de 9.500 a más de 17.500.

Por otra parte, el número de detenciones en la frontera va en descenso desde su punto álgido, 1,6 millones en 2000, a las 409.000 del año fiscal que terminó en septiembre. Casi la mitad fueron sorprendidos en el valle del río Bravo.

La recesión que comenzó en 2008 hizo de Estados Unidos un destino menos atractivo para los inmigrantes mexicanos. Los centroamericanos que huyen de la violencia y la pobreza en sus países representan ahora más de la mitad de las entradas ilegales al país.

Muchos de los migrantes que llegan a la zona se entregan en los puentes fronterizos. Tras ser procesados, se les cita para que se presenten en los tribunales en sus ciudades de destino, donde suelen esperarlos sus familias. Otros son enviados a centros de detención para realizarles más entrevistas relativas a su solicitud de asilo.

La patrulla fronteriza reconoce la importancia de la tecnología de vigilancia en la reducción de la llegada ilegal de migrantes, incluyendo cámaras de vigilancia en torres, sensores de movimiento y láseres.

Desde 2013, la agencia cuenta también con cinco dirigibles que pueden volar a una altura de entre 300 y 1500 metros (1000 y 5000 pies) sobre el valle y están equipados con cámaras a control remoto. Los drones Predator, que suben a cotas más altas, patrullan grandes zonas de la frontera suroeste del país desde 2011.

En un centro comunitario en McAllen, Texas, una joven guatemalteca de 21 años y embarazada de ocho meses ponía rumbo a Kansas tras entregarse a las autoridades. Ingrid Guerra explicó que huía de una relación de maltrato. El padre de su otro hijo, un niño de dos años que se quedó con su madre, fue asesinado en una pelea de bar, agregó.