WASHINGTON (Reuters) - Después de unas 15 horas de vuelo y cinco horas de reuniones, el sueño finalmente alcanzó al secretario de Estado estadounidense, John Kerry, en Bagdad. Eran las 18:04. Después de sentarse en su silla en el centro de un avión de transporte militar C-17, Kerry puso la cabeza sobre la palma de su mano, sus pies en el escritorio y cerró sus ojos.
Visiblemente cansado estaba también su equipo de colaboradores cuando llegaron a sus asientos, algunos aferrándose a papeles de trabajo con notas escritas en los márgenes de reuniones con el primer ministro iraquí, Haider al-Abadi, y el Gobierno que formó el 9 de septiembre.
El agotamiento de Kerry era entendible después de casi 24 horas de viajes y reuniones ininterrumpidas.
El cansancio estadounidense en Oriente Medio podría ser diferente: los iraquíes que se reunieron con Kerry podrían preguntarse si el presidente Barack Obama tiene la energía o el estómago para lo que le espera en un país que ha tratado de dejar de lado en sus casi seis años de gestión.
El desafío quedó subrayado en un sondeo de Reuters/Ipsos el viernes que mostró que aunque los estadounidenses apoyan la iniciativa de Obama de ataques aéreos contra militantes del Estado Islámico, tienen poco interés en una campaña larga contra el grupo.
Varias pruebas importantes acechan a la incipiente coalición de la administración estadounidense para "degradar y derrotar" al Estado Islámico, cuyos militantes tomaron una tercera parte de Irak y Siria, declararon la guerra a Occidente y decapitaron a dos periodistas estadounidenses y a un trabajador asistencial británico.
La complejidad de eliminar al Estado Islámico, que requiere estabilizar a Irak, reforzar sus fuerzas armadas y crear una fuerza rebelde respaldada por Occidente en Siria, podría demandar años, lo que pone a prueba el compromiso de Obama y de la persona que lo suceda en 2017.
"Hay una desconfianza real general entre nuestros aliados regionales sobre nuestro compromiso con esto porque hemos estado desaparecidos en acción durante los últimos tres años", dijo David Schenker, especialista en Siria del Washington Institute for Near East Policy y ex asesor del Pentágono sobre Siria durante la administración del presidente George W. Bush.
En Bagdad, Amán, Jeddah, Ankara, El Cairo y París durante la última semana, Kerry presentó los planes para formar una coalición liderada por Estados Unidos de potencias regionales y extranjeras.
La coalición combatirá a los integrantes del Estado Islámico militarmente, agotará su financiamiento, eliminará sus refugios en Siria, bloqueará su habilidad para reclutar combatientes y tratará de terminar con su ideología extremista.
Kerry, quien reportará sobre su viaje a Obama y el Congreso esta semana, insiste en que esta vez es diferente que anteriores operaciones de su país en la región.
"Ésta no es la guerra del Golfo de 1991", dijo a periodistas en París el lunes.
"Y no es la guerra de Irak de 2003 (...) No estamos armando una coalición militar para una invasión. Estamos armando una coalición militar junto con todas las otras piezas para una transformación, así como para la eliminación del Estado Islámico", agregó.
Las potencias reunidas el lunes en París dieron un simbólico apoyo a ese esfuerzo, respaldando públicamente una acción militar para combatir al Estado Islámico en Irak.