CAMP DAVID, Maryland, EEUU 15 mayo(Reuters) - El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, prometió el jueves que apoyará a sus aliados del Golfo Pérsico ante cualquier "ataque externo", reafirmando el férreo compromiso de Washington con su seguridad, en medio de la ansiedad de los países árabes por los esfuerzos por lograr un acuerdo nuclear con Irán.
Obama recibió a los seis países miembros del Consejo de Cooperación del Golfo Pérsico (GCC, por su sigla en inglés) para celebrar una inusual cumbre en el retiro presidencial de Camp David, en Maryland.
El mandatario prometió que Estados Unidos consideraría usar la fuerza militar para defenderlos y que también ayudaría a abordar las "actividades desestabilizadoras en la región" por parte de Irán.
"Estoy reafirmando nuestro férreo compromiso con la seguridad de nuestros socios del Golfo", dijo Obama en una conferencia de prensa al cierre de la reunión en la residencia presidencial ubicada en las montañas de Maryland, a las afueras de Washington.
Obama no ofreció un tratado de defensa formal, como buscaban algunos países del Golfo Pérsico, pero anunció medidas más modestas, incluida ayuda para integrar sistemas de defensa contra misiles balísticos, agilizar las ventas de armas y aumentar el entrenamiento militar.
Estados Unidos y otras cinco potencias mundiales están en negociaciones con Teherán para alcanzar un acuerdo que frene su programa atómico antes del plazo fijado para el 30 de junio.
Obama buscó aliviar los temores de los países árabes del Golfo Pérsico que creen que el levantamiento de las sanciones de Occidente como parte de un acuerdo nuclear con el Irán chií anime a Teherán a fomentar una mayor desestabilización en la región.
La tensión sobre la política de Estados Unidos hacia Teherán, Siria y las revueltas de la Primavera Árabe se cernió sobre las reuniones, que ya se vieron eclipsadas por la ausencia de la mayoría de los monarcas gobernantes en el Golfo, que enviaron en su lugar a representantes de nivel inferior.
El Rey Salman de Arabia Saudí no asistió, pero envió en su nombre al príncipe heredero, Mohammed bin Nayef, y al segundo príncipe heredero, Mohammed bin Salman. La decisión fue ampliamente interpretada como un menosprecio que refleja la frustración de los países del Golfo con el Gobierno de Obama.
La Casa Blanca dijo que tales decisiones no fueron desaires y aseguró que la cumbre es mucho más que un simple evento simbólico. Pero funcionarios estadounidenses descartaron igualmente que haya perspectivas de grandes avances.
EL DELICADO BALANCE DE OBAMA
Tras llegar en helicóptero, Obama y los líderes del Golfo comenzaron a trabajar en Camp David. El grupo está formado por Arabia Saudí, Kuwait, Catar, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Omán.
Obama buscó un equilibrio entre intentar aliviar los temores de los países árabes del Golfo Pérsico sobre su esfuerzos diplomáticos con Irán, la potencia chií de la región, y al mismo tiempo presionar a los Estados para que trabajen juntos en su defensa colectiva.
"Estados Unidos apoyará a nuestros socios del GCC contra ataques externos y profundizará y extenderá la cooperación que tenemos", dijo Obama a periodistas, con los líderes del Golfo Pérsico parados junto a él al cierre de la cumbre.
Pero luego declaró en una conferencia de prensa que se trata de "una vía de dos sentidos" y que los países del Golfo, que tienen diferencias entre sí, también deben cooperar entre ellos.
Un comunicado conjunto de la cumbre mostró que los Estados del GCC se comprometieron a desarrollar un sistema de defensa antimisiles en toda la región, algo que Washington ha promovido por largo tiempo.
Sin embargo, Obama pareció lograr pocos avances en sus esfuerzos por conseguir que los países del GCC apoyen un posible acuerdo con Irán. La Casa Blanca esperaba que al menos suavizaran cualquier crítica.
Eso ayudaría a convencer a un escéptico Congreso de Estados Unidos que tiene un amplio respaldo en la región, donde Israel se ha mostrado como el opositor más abierto a los esfuerzos diplomáticos de Obama.
Los temores de los países árabes aumentaron el jueves, cuando barcos iraníes lanzaron disparos de advertencia contra un carguero con bandera de Singapur en aguas internacionales del Golfo, obligando al buque a huir hacia las aguas territoriales de EAU, según funcionarios estadounidenses.