21 de abril, 2016. Los países latinoamericanos más afectados por las actuales políticas globales de combate a las drogas urgieron a la comunidad internacional a dejar de lado los prejuicios y a colocar a las personas en el centro de un nuevo paradigma para afrontar la problemática.
México, Colombia y Guatemala, promotores de la Sesión Especial de la Asamblea General de la ONU sobre el Problema Mundial de las Drogas (UNGASS), lideraron el clamor de una de las regiones que más caro han pagado el enfoque punitivo de ese fenómeno.
Las drogas son un problema de salud pública, afirmaron los mandatarios de los tres países, por ello, es imperativo un viraje de 180 grados que dé prominencia a los derechos humanos en la forma de abordarlo.
“No estamos ganando la guerra contra las drogas”, fue una frase muy socorrida durante los tres días de debate de la UNGASS.
La despenalización del consumo de drogas y el acceso a las sustancias controladas con fines médicos y científicos fueron los temas más polémicos de la Sesión, con posiciones tan opuestas como las que castigan el consumo con la pena de muerte y las que han legalizado el cannabis.
“Con firmeza, debemos rechazar continuar haciendo lo que no ha funcionado. Con flexibilidad, debemos cambiar aquello que no ha dado resultados”, dijo en la jornada inaugural del UNGASS el presidente de México, Enrique Peña Nieto, quien se pronunció por la despenalización y el uso de la marihuana para fines médicos y científicos.
El documento adoptado al principio del evento expresa el compromiso conjunto de los Estados miembros de la ONU de luchar contra las drogas, reconociéndolas como una amenaza para la salud y planteando la implementación de medidas que incluyan la prevención y el tratamiento de los adictos, así como su rehabilitación y reinserción social.
Asimismo, aboga por impulsar el desarrollo y brindar alternativas de subsistencia a las comunidades más vulnerables que terminan sirviendo a las mafias por necesidad.
El mandatario de Colombia, Juan Manuel Santos, pugnó por aplicar el peso de la ley a los grandes narcotraficantes, las mafias y las organizaciones que facilitan el lavado de dinero, no a los consumidores y otros eslabones débiles de la cadena.
“Después de tantas vidas segadas, después de tanta corrupción y violencia generadas, después de tantos jóvenes marchitándose en las cárceles… ¿podemos decir que ganamos esta guerra?”, preguntó el gobernante colombiano.
Jimmy Morales, su contraparte de Guatemala, alertó sobre el crecimiento de la drogadicción en países que eran sólo parte de la ruta de las drogas hacia el norte del continente y abogó por la protección de la salud por encima de la penalización.
El foro se ocupó también del aspecto político del problema de las drogas. El presidente boliviano, Evo Morales, afirmó, por ejemplo, que la política antinarcóticos de Estados Unidos —el consumidor de drogas más grande del mundo— fue diseñada como una estrategia geopolítica de intervención en América Latina y el Caribe.
Por lo mismo, instó a disolver la Agencia Antinarcóticos de ese país (DEA por sus siglas en inglés) y a cerrar sus bases militares en la región.
El compromiso de un cambio de dirección en el combate a las drogas es unánime en el bloque latinoamericano; sin embargo, las vías para conseguirlo encontraron diferencias. Cuba y Nicaragua, por ejemplo, no comparten la idea de la despenalización del consumo, al considerar que estimularía un mayor uso de los estupefacientes.
Al término de la reunión, los participantes confiaron en que la UNGASS haya marcado el inicio de un proceso irreversible hacia una política más humana en materia de combate a las drogas.