Buenos Aires (Reuters). Miles de argentinos salieron a las calles el jueves (14 de julio) golpeando sus cacerolas bajo la lluvia para protestar contra la fuerte alza de las tarifas energéticas, que dispuso a comienzo de año el presidente Mauricio Macri.
Las subidas de los precios del gas y electricidad, junto con las alzas de otros servicios, buscan reducir el déficit fiscal heredado del gobierno de centroizquierda que dejó el poder en diciembre.
Pero muchos argentinos argumentan que no pueden pagar los costos, en medio de una alta inflación que ha golpeado el poder adquisitivo de la población.
"Es un Gobierno para ricos. Están gobernando contra la gente, nos están ahorcando a todos. Hay que parar esto porque es insoportable", dijo a Reuters la docente Estela De Luca, bajo un sombrero aplastado por la lluvia.
Tras las amplias quejas de consumidores y la decisión de algunos tribunales de frenar el alza, Macri decidió esta semana poner un techo a los aumentos, que llegará al 400 por ciento en el caso del gas.
Pero las subidas son igualmente rechazadas por la población, en medio de la incertidumbre que genera la decisión que próximamente deberá tomar sobre el caso la Corte Suprema de Justicia.
Imágenes de televisión mostraron a miles de argentinos en distintos puntos de Buenos Aires y de otras ciudades golpeando sus cacerolas, un modo de protesta instalado en el país desde la gran crisis económica y social de 2001-2002.
Algunos llevaban carteles con la leyenda "Fuera Macri". Otros pedían la renuncia del ministro de Energía, Juan José Aranguren.
La presidenta Cristina Fernández otorgaba amplios subsidios a los consumidores para evitar que se dispararan los precio de los servicios, pero el actual Gobierno sostiene que es necesario subir las tarifas para reducir el consumo y bajar así el déficit energético que sufre el país.