Estambul, 21 de julio, 2016 (Reuters). Turquía intentó asegurar a sus ciudadanos y al resto del mundo el jueves que no volverá la profunda represión del pasado, aun cuando el presidente Tayyip Erdogan impuso el primer estado de emergencia a nivel nacional desde la década de 1980.
Mientras Erdogan toma duras medidas contra miles de personas en las áreas del poder judicial, la educación, las fuerzas armadas y los empleados públicos después del fallido golpe de Estado del fin de semana pasado, un legislador del principal partido opositor advirtió que el estado de emergencia creaba "una forma de gobernar que allana el camino para el abuso".
Al anunciar el estado de emergencia a última hora del miércoles, Erdogan dijo que éste durará al menos tres meses y le permitirá a su gobierno tomar rápidas medidas contra quienes apoyaron el golpe que intentó derrocarlo el fin de semana.
El estado de emergencia le permitirá al presidente y a su gabinete no depender del Parlamento para aprobar nuevas leyes y limitar o suspender los derechos y libertades según consideren necesario.
Para algunos turcos, la medida generó temor a un posible retorno de los días de ley marcial después de un golpe militar en 1980, o el ascenso de la insurgencia kurda en la década de 1990, cuando gran parte del sudeste mayormente kurdo del país estuvo bajo estado de emergencia declarado por el gobierno anterior.
El viceprimer ministro turco, Mehmet Simsek, quien trabajó en Wall Street y es visto como uno de los políticos más pro-inversiones en el gobernante Partido AK, acudió a la televisión y a Twitter en un intento por calmar a los nerviosos mercados financieros y disipar comparaciones con el pasado.
"El estado de emergencia en Turquía no incluirá restricciones al movimiento, a las reuniones y a la libertad de prensa. No es la ley marcial de la década de 1990", escribió Simsek en Twitter. "Estoy seguro que Turquía saldrá de esto con una democracia mucho más fuerte, una economía de mercado funcionando mejor y un clima de inversión fortalecido", agregó.
Pero los mercados tenían menos confianza. La lira operaba cerca de un mínimo histórico, mientras que el principal índice de la bolsa caía un 3.6 por ciento. El costo de asegurar la deuda turca contra una cesación de pagos también subía.