Bratislava, 16 de septiembre, 2016 (Reuters). Tras la decisión de Reino Unido de abandonar el bloque, los 27 países remanentes de la Unión Europea se reunieron el viernes para dar impulso al vacilante proyecto europeo, pese a que reconocieron profundas divisiones por la crisis de refugiados y la economía.
Años de crisis económicas han provocado un aumento del desempleo en muchos estados miembros, mientras que una serie de ataques de militantes islamistas y un ingreso récord de inmigrantes han causado inquietud entre los votantes, que están optando cada vez más por partidos populistas y euroescépticos.
La cumbre "informal" —llamada así porque cualquiera de carácter formal tiene que incluir a Reino Unido hasta que abandone el bloque— tiene como objetivo restaurar la fe pública en la UE, que por décadas fue vista como garante de la paz y la prosperidad, pero que ahora atraviesa por una "crisis existencial", según han admitido funcionarios de alto nivel.
"Todos están al tanto de la situación. Gran Bretaña decidió salir y hay preguntas sobre el futuro de Europa", dijo el presidente de Francia, François Hollande, antes de la reunión en la capital eslovaca.
"Nos movemos en la dirección de la desintegración, de la disolución, o trabajamos juntos para inyectar un nuevo impulso y relanzamos el proyecto europeo", agregó.
El objetivo en Bratislava es acordar una "hoja de ruta" para reformas de la Unión Europea que puedan concluirse en la próxima mitad de año. Se presentarán más propuestas concretas en una cumbre en marzo de 2017, que coincidirá con el aniversario número 60 del Tratado de Roma, que sentó las bases del bloque.
Los líderes abogarán por una cooperación en defensa más estrecha y por aumentar la seguridad en las fronteras externas de la UE, y además discutirán nuevas iniciativas para generar crecimiento y empleos.
"Todos estos países tienen interés en combatir al terrorismo, en una Europa más segura, en evitar la migración descontrolada, todos tienen un interés en la cooperación económica para crear más empleo", comentó el primer ministro holandés Mark Rutte.