La ministra japonesa de Defensa, Tomomi Inada, visitó este jueves el santuario de Yasukuni de Tokio, una decisión que contrasta con el mensaje pacifista enviado la víspera durante su viaje a Pearl Harbor con el primer ministro de Japón, Shinzo Abe.
De regreso de Hawái, donde Abe dio un discurso reconciliador junto al presidente estadounidense, Barack Obama, la ministra visitó este lugar de culto sintoísta, considerado como un símbolo del pasado militar japonés.
Es la primera vez que Inada, abogada de profesión, visita el santuario desde su nombramiento en agosto.
"Este año, el presidente del país que soltó bombas atómicas (sobre Japón) visitó Hiroshima. Ayer, el primer ministro japonés se expresó en Pearl Harbor para apaciguar los espíritus de los difuntos", recordó la ministra, que iba vestida de negro.
"Al mirar hacia el futuro, ofrezco mis oraciones para edificar la paz en Japón y en el mundo", añadió.
Los vecinos asiáticos de Japón no consideran, sin embargo, la visita de la ministra a Yasukuni como un mensaje de paz, sino como una provocación.
Seúl condenó enseguida el gesto de Inada y convocó a un alto responsable de la embajada japonesa en señal de protesta.
"Sólo podemos lamentar la visita de la ministra a un santuario que honra a criminales de guerra y glorifica la colonización pasada de Japón", declaró el Gobierno surcoreano.
"Japón sólo podrá ganar la confianza de sus vecinos y de la comunidad internacional cuando sus dirigentes (...) muestran sinceros remordimientos".
La ministra japonesa rechazó las críticas suscitadas por su viaje. "Sea cual sea su percepción de la historia, ya sean amigos o enemigos, el deseo de expresar su gratitud, de respetar y conmemorar a quienes murieron por su nación debe ser entendido por cada país", declaró.
"El Yasukuni no es cualquier santuario. Por supuesto que viajó ahí con la bendición de Shinzo Abe", opinó Koichi Nakano, profesor en la Universidad Sophia y crítico acérrimo del primer ministro.
Abe se negó a hacer cualquier comentario sobre la visita de su ministra, indicó la agencia Jiji.
Tranquilizar a los nacionalistas
Pekín y Seúl consideran que Japón no se ha arrepentido bastante por los crímenes que cometieron sus soldados durante la expansión colonialista del archipiélago entre 1910 y 1945. Y cada visita a Yasukuni reaviva su cólera.
El santuario, que honra la memoria de los 2.5 millones de soldados japoneses muertos desde la mitad del siglo XIX, es polémico en Asia desde que en 1978 se inscribieron, a escondidas, los nombres de 14 criminales de guerra condenados por los aliados tras la Segunda Guerra Mundial.
Entre ellos figura el general Hideki Tojo, el primer ministro japonés que ordenó el ataque contra la base estadounidense de Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941.
A pesar de todo, ministros y diputados japoneses visitan con frecuencia el santuario. Otro miembro del Gobierno estuvo ahí el miércoles, aunque la iniciativa de Inada ha tenido más repercusión, por el cargo que ocupa.
Para Tetsuro Kato, politólogo de la universidad de Hitotsubashi, Inada ha querido tranquilizar a los nacionalistas japoneses. "Al acompañar a Abe, se deshizo, en parte o quizá totalmente, de su reputación de revisionista", aseguró. "Pero también debe responder a las frustraciones de sus partidarios conservadores".
Tres cuartos de siglo después de Pearl Harbor, Abe y Obama rindieron homenaje el martes a las víctimas de la ofensiva que provocó la entrada de EUA en la Segunda Guerra Mundial y abogaron por la reconciliación.
Abe, un político nacionalista, visitó Yasukuni en diciembre de 2013 para conmemorar el primer aniversario de su vuelta al poder, una visita que enfadó a Pekín y Seúl pero también a Washington. Desde entonces no ha vuelto a ir.