Atlanta, 9 de enero, 2016 (AP). La decisión de los legisladores republicanos de anular la ley de salud de Barack Obama conlleva consecuencias financieras y políticas que tienen preocupados a muchos líderes republicanos estatales y que podrían dar munición a los demócratas tras su reciente derrota electoral.
Varios gobernadores republicanos se muestran alarmados ante lo que pueden hacer los legisladores de Washington con la ley de Obama, lo que refleja algunas fisuras en un partido que consolidó su control del Congreso nacional y de decenas de legislaturas estatales en las elecciones de noviembre que dieron la presidencia a Donald Trump.
"Hablan mucho de anular esa ley. Pero no he escuchado nada acerca de lo que la reemplazará", afirmó el gobernador republicano de Ohio John Kasich la semana pasada en Cleveland. Opinó que no hay que tomar medidas radicales tan rápido. "La realidad es que hay mucha más gente con cobertura médica ahora", sostuvo, para luego preguntar "¿qué pasará con esa gente?" si se anula la ley que la cobija.
Los demócratas, mientras tanto, sufren pensando en la posibilidad de que se le retire la cobertura médica a unos 20 millones de personas que fueron cobijadas por el plan de Obama. Pero al mismo tiempo calculan que podrían sacarle rédito político a esa medida después de haber sido blanco de críticas por parte de los republicanos e incluso del electorado durante seis años por cada aumento en las primas, cada cobertura denegada y cada espera larga para ser visto por un especialista.
El gobernador de Montana Steve Bullock, un demócrata que apoyó el plan de salud de Obama en un estado en el que los republicanos controlan la legislatura, dijo que la campaña republicana para anular la ley ofrece otra oportunidad de explicar los alcances de la compleja iniciativa, algo que los demócratas no hicieron debidamente durante el proceso electoral, según Obama.
"En Washington es fácil decir que vas a hacer algo y después no hacerlo", dijo Bullock. "Afuera de Washington, esto afecta a comunidades, la vida de la gente".
Trump, el líder de la cámara baja Paul Ryan y otros republicanos que encabezan la oposición a la ley de salud de Obama no han ofrecido alternativas.
La ley creó programas en los que personas de ingresos medios pueden afiliarse a planes privados. Muchos planes son subsidiados por el estado. Por otro lado, la ley incorporó más gente al seguro médico Medicaid, que abarca a las personas de bajos recursos o con incapacidades, y prohibió a las aseguradoras rechazar a las personas que ya tienen alguna enfermedad grave.
Los cambios en las leyes de salud, sobre todo al Medicaid, podrían afectar los presupuestos de los estados, las finanzas de hospitales públicos y privados y a los 20 millones de personas que obtuvieron cobertura médica bajo el plan de Obama. Una amplia gama de servicios se verían también afectados, desde las farmacias hasta los terapeutas físicos.
Funcionarios estatales de los dos partidos grandes se enfocan en el impacto práctico que pueden tener los cambios y admiten que la reacción del electorado incidirá en las elecciones de mitad de término que serán el primer barómetro para medir la gestión de Trump.
Los demócratas cifran grandes esperanzas en las elecciones para gobernador. Habrá 38 plazas en juego, incluidas 27 en manos de republicanos, y muchas en estados como Ohio y Michigan, donde no hay una fuerza política hegemónica y que tienen gobernadores republicanos que apoyaron el plan de salud de Obama. Los demócratas esperan también recuperar parte del terreno perdido en las legislaturas estatales, en muchas de las cuales los republicanos gozan de mayorías absolutas.
A nivel federal, los demócratas enfrentan una marcha cuesta arriba en sus esfuerzos por reducir la mayoría republicana en el Senado nacional, pues deberán defender 25 bancas, incluidas diez en estados ganados por Trump. Y en la Cámara de Representantes, los republicanos podrán aprovecharse nuevamente de una distribución de distritos electorales que los favorecen.