BAGHOUZ, Siria (Reuters) - Las fuerzas respaldadas por Estados Unidos dijeron que habían capturado el último fragmento de territorio del Estado Islámico en el este de Siria en Baghouz el sábado, terminando con el autoproclamado califato del grupo tras años de enfrentamientos.
“Baghouz ha sido liberado. La victoria militar contra Daesh se ha logrado”, escribió en Twitter Mustafa Bali, un portavoz de las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF por sus siglas en inglés), que declaró la “eliminación total del (llamado) califato”.
Sin embargo, un periodista de Reuters en Baghouz dijo que todavía había algunos sonidos de tiroteos y disparos de mortero.
La batalla final duró semanas, con una riada de civiles abandonando la zona y para muchos combatientes kurdos en el SDF, la victoria fue más dulce ya que coincidió con su año nuevo.
Aunque la derrota del Estado Islámico en Baghouz termina con el control del grupo sobre el cuasi-estado yihadista declarado en 2014 a caballo entre Siria e Irak, las autoridades consideran que la amenaza todavía no se ha desvanecido.
Algunos de sus combatientes aún resisten en el remoto desierto central de Siria y escondidos en algunas ciudades iraquíes, organizando repentinos tiroteos o secuestros y esperando una oportunidad para volver a levantarse.
Estados Unidos cree que el líder del grupo, Abu Bakr al-Baghdadi, está en Irak. En 2014, el púlpito de la gran mezquita medieval de Mosul se autodeclaró califa, soberano de todos los musulmanes.
Un poco más lejos, los yihadistas en Afganistán, Nigeria y otras zonas no han mostrado signos de retractarse de su lealtad al Estado Islámico, y los servicios de inteligencia dicen que sus devotos en Occidente podrían planear nuevos ataques.
Sin embargo, la caída de Baghouz es un gran hito en la lucha contra el grupo yihadista librada por numerosas fuerzas locales y mundiales, algunos de ellos enemigos jurados, durante más de cuatro años.
También marca un gran momento en los ocho años de guerra en Siria, eliminando del territorio a uno de los principales contendientes, con el resto dividido entre el presidente Bashar al-Assad, los rebeldes respaldados por Turquía y el SDF liderado por los kurdos.
Assad y sus aliados iraníes han jurado recuperar Siria íntegramente, y Turquía ha amenazado con expulsar al SDF, que ve como un grupo terrorista, por la fuerza. Una presencia continuada de tropas estadounidenses en el noreste de Siria podría evitarlo.
UNA LARGA BATALLA
El Estado Islámico se originó como una facción de Al Qaeda en Irak, pero aprovechó la guerra civil de Siria para apoderarse de territorios y separarse de la organización yihadista global.
En 2014, repentinamente se apoderó de Mosul, una de las grandes ciudades históricas de la región, así como de la ciudad siria de Raqqa y de franjas de tierra a ambos lados de la frontera.
Declaró el fin de la era de los países modernos y llamó a los partidarios a abandonar sus hogares y unirse a la utopía yihadista que decía representar, con su propia moneda, bandera, pasaportes y desfiles militares.
La producción de petróleo, la extorsión y las antigüedades robadas financiaron su agenda, que incluyó el sacrificio de algunas minorías, subastas públicas de mujeres capturadas, castigos grotescos por delitos menores o asesinatos coreografiados de rehenes.
Esos excesos unieron a una serie de fuerzas en su contra, que obligaron a la organización a abandonar Mosul y Raqqa en un año de fuertes derrotas en 2017 y la llevaron por el Eufrates a Baghouz.
Durante los últimos dos meses, unas 60.000 personas salieron de ese enclave, huyendo de los bombardeos de la SDF y de una escasez de alimentos tan severa que algunos dijeron que tuvieron que cocinar pasto.
Los intensos ataques aéreos a lo largo de la campaña han arrasado distritos enteros y grupos de derechos humanos han dicho que muchos civiles murieron en las operaciones, acusaciones que la coalición a menudo ha negado.
Una fosa común que la SDF descubrió el mes pasado mostró que había otros peligros en el enclave, aunque no reveló detalles sobre la identidad de las víctimas ni sobre cómo murieron.
Los civiles conformaban más de la mitad de las personas que abandonaban Baghouz, dijo la SDF, incluidas las víctimas del Estado Islámico, como las mujeres de la secta iraquí Yazidi a quienes los yihadistas habían esclavizado sexualmente.
Miles de partidarios inflexibles del grupo también abandonaron el enclave mientras aún prometían su lealtad a un califato en ruinas y no mostraban ningún remordimiento por sus víctimas.
En los campamentos de desplazados en el noreste de Siria, donde fueron enviados por el SDF, los miembros de la línea dura, incluidas muchas mujeres extranjeras que llegaron a Siria e Irak para casarse con yihadistas, tuvieron que mantenerse alejados de otros residentes, a menudo traumatizados.
Su destino ha aturdido a los gobiernos extranjeros, que los ven como una amenaza para la seguridad y se resisten a acceder a las peticiones de SDF para llevarlos de vuelta a casa.
DERROTA
A medida que avanzaban los combates, los convoyes de camiones de Baghouz empezaron a incluir cientos, y luego miles, de combatientes yihadistas rendidos, muchos de ellos cojeando por sus heridas.
El SDF dijo que capturó a cientos más en las últimas semanas que intentaron escapar a Irak o cruzar el Éufrates y el desierto sirio.
Al final, fueron asediados en un pequeño campamento lleno de vehículos oxidados y refugios improvisados, atrapados contra el Éufrates y dominados por colinas controladas por la SDF.
El Estado Islámico emitió un video desde el interior de ese escuálido enclave que mostraba a sus últimos combatientes disparando a la SDF mientras el humo subía.
Fue un intento de dar forma a la narrativa de su derrota, representándola como una última y heroica resistencia contra unas probabilidades abrumadoras y una especie de llamada a las armas para futuros yihadistas.
Pero en Baghouz, a lo largo de las últimas semanas largas filas de seguidores y combatientes que se rindieron, observaban sentados o en cuclillas un paisaje desolado, con su sueño de dominar el mundo derrumbado. Reuters
Foto: Una bandera de las Fuerzas Democráticas de Siria ondea en un edificio dañado en el pueblo de Baghouz, provincia de Deir Al Zor, en Siria, el 23 de marzo de 2019. REUTERS/Stringer