Washington, 7 may (EFE).- El Gobierno de EE.UU. ha apostado todo su capital geopolítico en el colapso de la República Islámica de Irán y la reducción a "cero" de los ingresos que obtiene por la venta de petróleo, un movimiento que podría incrementar el precio del crudo y fortalecer a Arabia Saudí.
El Ejecutivo de Donald Trump comenzó una "campaña de máxima presión" sobre Irán hace casi un año, cuando el 8 de mayo de 2018 se retiró unilateralmente del acuerdo nuclear suscrito en 2015 con Irán, la Unión Europea (UE) y otras cinco potencias (Rusia, China, el Reino Unido, Francia y Alemania).
Desde entonces, EE.UU. ha vuelto a imponer todas las sanciones que había levantado como fruto del pacto, que fijaba limites al programa atómico iraní.
La apuesta de EE.UU. contra Irán no se queda ahí: ha designado como grupo terrorista a la Guardia Revolucionaria iraní, una medida sin precedentes contra los militares de otro país, y el domingo ordenó el despliegue en Oriente Medio de un portaaviones con su equipo de combate y un grupo especial de cazabombarderos, en un clima de tensión en el golfo Pérsico.
Para Ali Vaez, profesor de la Universidad de Georgetown y experto en Irán, "está claro que EE.UU. espera poner a Irán de rodillas con una campaña de máxima presión económica y en el mínimo espacio de tiempo".
El analista asegura a Efe que Trump busca un "cambio de régimen" en Irán, aunque la Administración insiste en que lo único que desea es modificar el comportamiento "maligno" de la República Islámica en la región, donde respalda al grupo chií libanés Hizbulá y al palestino Hamás, así como al presidente sirio, Bashar al Asad.
Una de las estrategias más arriesgadas de EE.UU. tiene que ver con el petróleo, ya que Trump quiere reducir a "cero" las ventas de crudo iraní, que se encuentran actualmente por debajo del millón de barriles diarios y que eran de 2,5 millones antes de que el pasado noviembre volvieran a entrar en vigor las sanciones.
En noviembre, EE.UU. permitió que ocho naciones (China, la India, Italia, Grecia, Japón, Corea del Sur, Taiwán y Turquía) siguieran comprando petróleo iraní; pero la semana pasada el secretario de Estado, Mike Pompeo, anunció que ya no habría más exenciones y que esos ocho países serán castigados si siguen comerciando con Irán.
"Ya no habrá excepciones. Vamos a cero, cero (importaciones de crudo) en todos los ámbitos", manifestó Pompeo.
La decisión de EE.UU. promete tensar su relación con China, que ha asegurado que seguirá importando crudo iraní, y ya está teniendo un impacto en el precio del barril, que se disparó durante varias jornadas consecutivas, aunque se ha depreciado en los últimos días.
La posibilidad de una escalada de precios beneficia a los grandes productores de petróleo, como Arabia Saudí, líder de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y aliado de EE.UU.; pero golpeará a los países con recursos petroleros limitados, como muchos de los Estados europeos.
La Casa Blanca confía en que Riad garantice el suministro mundial de petróleo; pero los expertos creen que la OPEP no compensará los barriles que dejará de exportar Irán hasta que se materialicen las sanciones de EE.UU. y la reducción del crudo iraní sea una realidad.
Esa perspectiva ha aumentado el nerviosismo en el mercado, ante el temor a que en las próximas semanas se estreche la diferencia entre la oferta y la demanda.
Frente a las presiones de EE.UU., Irán ha afirmado que seguirá exportando crudo y ha recibido el apoyo tanto de los tres países comunitarios que suscribieron el pacto, Francia, Alemania y el Reino Unido, así como de la UE, que ha creado un mecanismo para garantizar el comercio.
Esas partes signatarias han asegurado que seguirán ateniéndose al acuerdo nuclear mientras la República Islámica siga cumpliéndolo, tal y como lo ha certificado hasta en 14 ocasiones el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que publicó su último informe al respecto a finales de febrero.
De fondo, en la región se ha incrementado la tensión debido a que Irán ha vuelto a amenazar con interrumpir el tránsito de los barcos de petróleo de los países del Golfo -aliados de EE.UU.- por el estrecho de Ormuz, un paso angosto entre Irán y Omán por el que circula aproximadamente el 20 % del crudo del mundo.
Mientras tanto, la única tregua entre EE.UU. e Irán podría producirse mediante el intercambio de presos, una opción que el Gobierno iraní planteó a la Casa Blanca hace seis meses y que no ha recibido respuesta, según desveló a finales de abril en Nueva York el ministro iraní de Exteriores, Mohammad Javad Zarif. EFE USA