MOSCÚ (AP) — Un hombre ha quedado atrapado en el torbellino de denuncias y refutaciones sobre la causa de la catastrófica caída de un avión de pasajeros ucraniano en Irán esta semana: el presidente de Ucrania.
Volodymyr Zelenskiy pidió el viernes a los países occidentales que presenten pruebas sobre sus afirmaciones del día anterior, de que un misil antiaéreo iraní derribó el avión y mató a las 176 personas a bordo.
Si Zelenskiy dio la impresión de estar desconcertado en medio de la andanada de denuncias provenientes de todas partes, también parecía aplicar una astuta estrategia de control de daños. Ucrania sabe mejor que nadie cómo una catástrofe aérea es capaz de provocar un maremoto de rumores y desinformación.
Por tercera vez en 20 años, Ucrania aparece vinculada con la destrucción violenta de un avión civil provocada, presunta o innegablemente, por un ataque misilístico. En cada caso, las refutaciones, las especulaciones infundadas y las actitudes políticas oscurecieron la búsqueda de la verdad.
El primer desastre se produjo el 4 de octubre de 2001, cuando un avión de pasajeros ruso proveniente de Israel desapareció sobre el Mar Negro con 76 personas a bordo. En este caso, apenas semanas después de los ataques del 11 de septiembre en Estados Unidos, las conjeturas se centraron en un acto terrorista.
Al día siguiente, funcionarios estadounidenses dijeron que la causa probable era el disparo de un misil antiaéreo durante ejercicios militares. Ucrania y Rusia lo negaron inicialmente. Pero la declaración del presidente ruso Vladimir Putin se basaba en lo que le había dicho Ucrania _en esa época aliada de Rusia_ y al cabo de algunas semanas Kiev reconoció su culpa y pagó más de 15 millones de dólares a los familiares de las víctimas.
El segundo desastre, que mató a mucha más gente, enfrentó a Ucrania con Rusia, las que se atribuyeron mutuamente la responsabilidad.
El 17 de julio de 2014, un jet de Malaysian Airlines fue derribado sobre el este de Ucrania, donde las fuerzas del país enfrentaban a separatistas respaldados por Moscú. Murieron las 298 personas a bordo.
Casi un año después, el fabricante de armas ruso Almaz-Antey confirmó que el avión había sido derribado por misiles tierra-aire de diseño soviético, pero de un modelo especial utilizado exclusivamente por las fuerzas armadas ucranianas.
Las investigaciones realizadas por Holanda _el vuelo partió de Ámsterdam y más de la mitad de las víctimas eran holandesas_ concluyeron que el avión fue derribado en territorio controlado por los rebeldes y que el lanzador de misiles había llegado a Ucrania desde Rusia el mismo día del ataque.
El desastre en Irán tuvo lugar en medio de temores de una guerra inminente entre Estados Unidos e Irán después que un dron estadounidense mató a un general iraní en Irak, y Teherán, en represalia, lanzó misiles a una base iraquí.
Los investigadores ucranianos en Irán todavía no han podido acceder al lugar del desastre. Irán promete su cooperación, pero niega que un misil suyo haya alcanzado el avión.
La catástrofe es una situación compleja para Zelenskiy, quien asumió hace menos de ocho meses sin experiencia política previa. Al reclamar pruebas y evitar las declaraciones enérgicas, tal vez revela las vacilaciones de un novato, pero hasta el momento su actitud ha impedido que las brasas de la crisis estallen en llamas.
En esta foto distribuida por la oficina de prensa presidencial de Ucrania, el presidente Volodymyr Zelenskiy, centro, encabeza una reunión de la comisión de emergencia sobre la caída del avión de Ukraine International Airlines en Irán, en Kiev, Ucrania, 9 de enero de 2020. (Oficina de prensa presidencial de Ucrania via AP, File) apnews