WASHINGTON (Reuters) - El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, instó el viernes a tres mandatarios centroamericanos a que trabajen con él para frenar el flujo de niños inmigrantes que llegan a la frontera, pero advirtió que quienes no tengan una solicitud legítima para permanecer en el país serán devueltos a sus lugares de origen.
En una reunión en la Casa Blanca con los presidentes de Guatemala, El Salvador y Honduras, Obama les dijo que su Gobierno tenía compasión por los niños y que puede haber ocasiones en que los inmigrantes soliciten la condición de refugiados, pero que esos casos serían muy pocos.
Muchos de los inmigrantes han huido de sus países para alejarse de la pobreza y el crimen.
Obama dijo que comparte con los países la responsabilidad de enfrentar el problema, incluyendo el rol de tráfico de drogas.
El presidente de Estados Unidos dijo además que espera que los legisladores aprueben un pedido de fondos de emergencia para responder a la crisis fronteriza, antes de que comience un receso legislativo la próxima semana.
La reunión de Obama con los líderes centroamericanos se produjo en momentos en que el mandatario estadounidense atraviesa dificultades para contener una crisis fronteriza causada por decenas de miles de niños que ingresaron al país por la frontera de Texas con México en los últimos meses.
Su ingreso sobrepasó los recursos de Estados Unidos en la frontera y puso a Obama bajo presión para resolver el problema en un año de elecciones.
"Puede que haya ciertas circunstancias específicas en las que una familia sea considerada en una situación humanitaria o de refugiados", dijo Obama. "Pero creo que es importante reconocer que eso no necesariamente se ajustará a un gran número", aclaró.
Obama dijo también que es importante encontrar soluciones "que impidan a los contrabandistas ganar dinero con familias que están desesperadas" y hacer frente a la pobreza en América Central. El presidente indicó que le gustaría mejorar el sistema de inmigración legal de Estados Unidos de una manera que "haga menos necesario este sistema clandestino de migraciones".
Obama y los presidentes de Guatemala, Otto Pérez Molina; de Honduras, Juan Orlando Hernández; y de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén, acordaron trabajar juntos para atacar el problema.
En un contacto con periodistas tras el encuentro, Hernández dijo que los niños inmigrantes con algún padre en Estados Unidos tenían derechos. "Tienen derechos y queremos que se respeten", declaró.
Además, agregó que Washington tenía que entender que la violencia en Centroamérica deriva del narcotráfico y tiene costos enormes.
Obama admitió en la reunión que Estados Unidos tenía una responsabilidad en la lucha contra el narcotráfico.
Los intentos de Obama por paliar la crisis de inmigración con un fondo de emergencia de 3.700 millones de dólares están en problemas debido a que un Congreso profundamente dividido comienza la semana próxima un mes de receso y no da señales de estar dispuesto a aprobar la medida.
Los republicanos quieren que los demócratas acepten una modificación de una legislación contra la trata de personas del 2008 para acelerar las deportaciones antes de admitir una versión reducida del fondo solicitado por Obama.
Los demócratas, por su parte, no quieren acelerar las deportaciones de niños con vínculos con hispano-estadounidenses, que son importantes en el bloque de votación del partido.