Un triunfo republicano en las elecciones parlamentarias estadounidenses, con la obtención de la mayoría en el Senado, pondría al presidente Barack Obama en dificultades, también en materia de política exterior.
Las encuestas vaticinaban una conquista del Senado estadounidense por parte de los republicanos, lo que llevó los analistas a discutir de antemano las consecuencias que un triunfo conservador en los comicios tendría para la capacidad de gobernar de Obama. Algunos observadores piensan que un control pleno del Congreso induciría por fin a los republicanos a abandonar su actitud de bloqueo y a trabajar con Obama. Muchos otros opinan lo contrario y apuntan que las bases conservadoras del partido lo impedirían, sobre todo con miras a las elecciones presidenciales de 2016.
En el plano interno, los republicanos podrían intentar tumbar la reforma de salud del actual presidente. Pero también su margen de maniobra en materia de política exterior podría verse notablemente reducido. El Congreso no solo tiene la tuición financiera, sino que Obama necesita la aprobación del Senado para sellar cualquier tratado internacional.
Lucha contra el EI
“Habrá una línea más dura”, dice Julian Zelizer, profesor de Historia y Asuntos Públicos de la Universidad de Princeton. A su juicio, la retórica republicana se volverá más agresiva y también aumentarán las críticas a la postura de Obama en la lucha contra el “Estado Islámico” (EI), especialmente si empeora la situación en Siria e Irak.
El influyente John McCain, al igual que Bob Barker, designado como jefe de la Comisión de Exteriores del Senado para el caso de un triunfo electoral republicano, demandan desde hace tiempo el suministro de armas modernas al Ejército Libre de Siria y a los sirios moderados. Así lo subraya Norman Ornstein, del American Enterprise Institute, añadiendo que probablemente tales demandas se volverán más insistentes. “Pero eso no quiere decir que los republicanos también vayan a promover en el Congreso el envío de tropas estadounidenses de infantería a la región; eso sería extremadamente impopular en el país”, aclara Ornstein.
El programa atómico iraní
“Un control republicano del Congreso podría tener realmente consecuencias” en lo tocante a un eventual acuerdo con Irán, afirma Zelizer, puntualizando: “El Senado tendría que ratificar cualquier tipo de tratado; pero los republicanos serán escépticos ante cualquier acuerdo sobre armas atómicas con un país en el que a su juicio no se puede confiar”.
“El secretario de Estado, John Kerry, y los negociadores estadounidenses serían citados reiteradamente a las Comisiones de Asuntos Exteriores del Senado y la Cámara de Representantes, y cada tipo de acuerdo será mirado con lupa, en forma extremadamente crítica”, apunta Ornstein. Pero estima que, si Obama realmente lograra un acuerdo en que también se demuestre fortaleza ante Teherán, a los republicanos les resultaría difícil bloquearlo. No obstante, Ornstein considera que será más arduo para el presidente alcanzar un acuerdo con Irán.
Dureza ante Rusia
“La presión republicana para suministrar armas modernas a Ucrania aumentará perceptiblemente, al igual que por incrementar las sanciones”, prevé Ornstein, indicando que la retórica del Congreso será dura con respecto a Rusia.
También Zelizer espera exhortaciones a adoptar sanciones más severas contra Rusia y una crítica más clara contra la agresión de Putin. “Pero, aparte de eso no hay muchas opciones políticamente viables; no es que un Congreso de mayoría republicana vaya a empujar de pronto a Obama a una guerra con los rusos”, apunta.
Reforma de la NSA
La reforma de la NSA “es un tema en el que efectivamente podría desarrollarse una cooperación suprapartidaria”, piensa Ornstein. “Hay muchos demócratas muy preocupados por lo que consideran un abuso de poder de la NSA. Y hay destacados republicanos, como Rand Paul en el Senado, que podrían aliarse con otros en la Cámara de Representantes”, indica.
“Si los republicanos tienen el poder, el ala de Rand Paul podría tener mayor interés en llevar adelante una reforma de la NSA”, señala Zelizer, pero advierte que hay ciertos límites: “Muchos republicanos se siguen concibiendo como halcones y están conscientes de que un sí a la reforma de la NSA también podría interpretarse como falta de respaldo a la lucha contra el terrorismo”.