La muerte del piloto Muad al-Kasasba a manos del EI conmocionó a la población de Jordania. El gobierno ordenó la inmediata ejecución de dos yihadistas. Pero la venganza no puede ser la única reacción.
Jordania se encuentra en estado de shock por la muerte del piloto Muad al-Kasasba, que fue tomado prisionero y quemado vivo por fuerzas del “Estado Islámico” (EI). La prensa jordana se mostró consternada e indignada, subrayando que el país redoblaría su lucha contra los yihadistas. “Tenemos suficientes instrumentos para derrotar a esos terroristas”, afirmó por ejemplo el diario “Al Ghad”, añadiendo que “el primer instrumento fue la ejecución”.
Con ello aludía a la ejecución de dos yihadistas encarcelados, que se llevó a cabo pocas horas después de conocerse el video del asesinato del piloto. Uno de los ejecutados fue una mujer que participó en 2005 en una serie de atentados contra hoteles en Ammán, que dejó 60 muertos. Intentó quitarse la vida, como su marido, pero el detonador de los explosivos que llevaba atados al cuerpo no funcionó. La mujer, que pertenecía a un grupo del cual surgió posteriormente el EI, fue detenida y luego condenada a muerte.
La ejecución de ambos reos resulta comprensible en vista de la enardecida atmósfera, pero es dudoso que conduzca a alguna parte, señala el politólogo Barah Mikail, de la Fundación para las Relaciones Internacionales y Exteriores (FRIDE), en Madrid. “El principio del ‘ojo por ojo, diente por diente' no resolverá ninguno de los problemas de fondo que llevaron al surgimiento del EI”, apunta el investigador. Y hace notar que también en Jordania hay personas que simpatizan con el “Estado Islámico”. Aunque claramente son una minoría, representan una fuerza con la que el EI puede contar. De hecho, algunos miles de jordanos luchan en sus filas en Siria.
Los problemas de fondo
El fenómeno se debe en parte a la difícil situación económica de Jordania. La tasa de desempleo se eleva a un 12 por ciento y el sueldo promedio supera apenas el equivalente a 500 euros. El país se ve enfrentado también a las mareas de refugiados sirios, que actualmente suman cerca de un millón.
A muchos jordanos les molesta también la presencia de aproximadamente 12.000 soldados estadounidenses emplazado en su territorio. Igualmente numerosos son aquellos que no comprenden por qué el rey Abdullah participa en la lucha contra el EI, pero no hace nada contra el dictador sirio, Bashar al Assad.
Jordania se ha alineado decididamente en las filas de la coalición internacional que combate al “Estado Islámico”, liderada por Estados Unidos. Bahra Mikail considera que esa decisión fue correcta, pero advierte que los efectos son limitados, porque es difícil amedrentar a los terroristas en el plano militar. “Presumo que lucharán hasta la muerte”, indica.
El mensaje del terror
Tanto más importante resulta, por consiguiente, contar también con una estrategia política. El problema radica en que no cabe esperar resultados rápidos, debido a que los problemas de Jordania son demasiado complejos, afirma el experto. En amplios sectores del mundo árabe hay un alto desempleo juvenil y la corrupción está muy extendida. Por otra parte, muchos inmigrantes árabes no se sienten acogidos en los países occidentales, lo que induce a cada vez más jóvenes a sumarse a la yihad.
La extraordinaria brutalidad del EI también podría explicarse tomando en cuenta ese contexto, según Mikail. El investigador de Madrid sospecha que, con los videos de las ejecuciones, los terroristas intentan azuzar la rebelión de parte de la población árabe contra sus respectivos gobiernos, dándoles a entender que éstos no están en condiciones de proteger a sus ciudadanos del terror, lo cual les restaría legitimidad. Esa es una parte del mensaje, dirigida a potenciales simpatizantes. La otra va destinada a sus enemigos y se traduce en la amenaza de que quienes se interpongan en el camino del EI podrían correr la misma suerte.