LA HABANA/BOGOTÁ (Reuters) - El Gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC anunciaron el miércoles que llegaron a un acuerdo de paz definitivo, después de casi cuatro años de negociaciones en Cuba, un histórico logro para poner fin al conflicto armado más antiguo de América Latina que tuvo al borde del colapso al país sudamericano.
El pacto para acabar con la violenta confrontación de más de 52 años, que ha dejado 220.000 muertos y millones de desplazados, será sometido a consideración de los colombianos que deberán avalar o rechazar los acuerdos en un plebiscito convocado por el presidente para el domingo 2 de octubre.
"El día ha llegado. Hoy podemos decir -por fin- que todo está acordado", dijo un emocionado Santos en una alocución por radio y televisión.
"Terminada la negociación y concluido el acuerdo, queda en manos de ustedes -de todos los colombianos- decidir con su voto si apoyan este acuerdo histórico que pone fin a este largo conflicto entre hijos de una misma nación", agregó.
Minutos antes, el jefe del equipo negociador del Gobierno, Humberto de la Calle, dijo en La Habana que el cierre de la negociación abre un nuevo comienzo para el país y que los alrededor de 7.000 combatientes de las FARC dejarán las armas para hacer política legalmente.
"Hoy hemos llegado a la meta. La firma de un acuerdo final con la guerrilla de las FARC es el fin del conflicto armado. La guerra ha terminado", destacó.
El jefe negociador de la guerrilla, Iván Márquez, sostuvo que se logró el anhelo más importante de Colombia.
"Podemos proclamar que termina la guerra con las armas y comienza el debate de las ideas. Hemos concluido la más hermosa de todas las batallas: la de sentar las bases para la paz y la convivencia", afirmó en su discurso.
UN ACUERDO COMPLEJO
Las encuestas de opinión muestran que la mayoría de colombianos que acudiría a las urnas votaría por el "No", en un rechazo a los acuerdos y al pasado criminal de la insurgencia.
El acuerdo de paz, un texto de más de 200 páginas, incluye complejos temas como el acceso a la tierra para los campesinos pobres, garantías para la participación en política de los guerrilleros desmovilizados, lucha contra el narcotráfico, justicia, víctimas, desminado, fin del conflicto y la implementación de los pactos.
La negociación llegó a término pese a que sufrió varias crisis que amenazaron con una ruptura debido a que el diálogo avanzó en medio de la confrontación.
Pero la firma de un acuerdo de paz con las FARC no garantiza el fin de la espiral de violencia en Colombia, un país de 48 millones de habitantes productor de petróleo, carbón y café.
Las conversaciones de paz con el más pequeño Ejército de Liberación Nacional (ELN) se encuentran estancadas, mientras el Gobierno combate a las bandas criminales conformadas por antiguos paramilitares de ultraderecha implicadas activamente el lucrativo negocio del narcotráfico, considerado por expertos como el principal combustible del conflicto interno.
"Esto es el principio del fin de la guerra", dijo el analista Ariel Ávila, de la privada organización Paz y Reconciliación, quien aseguró que el primer reto del acuerdo es la aprobación en un plebiscito para que tenga legitimidad política.
Otro de los desafíos será la implementación de los acuerdos por los altos costos que implica para una economía en desaceleración como consecuencia de la caída de los precios internacionales del petróleo y la seguridad para los antiguos líderes de la guerrilla, sostuvo Ávila.
Muchos colombianos se declararon optimistas con el anuncio del cierre de la negociación.
"Estoy feliz, ya era hora de acabar con la guerra. Será difícil lo que viene, pero entre todos los colombianos podemos con lo que se venga", dijo Margarita Nieto, una contadora de 28 años, en medio de una persistente llovizna en Bogotá.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, llamó telefónicamente a Santos y lo felicitó por la conclusión de la negociación. Reuters