Lima, Perú, 21 de noviembre, 2016 (AP). Frente a los gobernantes del mundo, el presidente Barack Obama lucía imperturbable, racional y confiado al tranquilizarlos durante su última gira global en funciones. En la trastienda y en casa, sus asesores y los demócratas en general se mostraban deprimidos y exhaustos ante un fin de mandato que nunca habían imaginado.
La discordancia entre la fachada de Obama y el sentimiento entre los demócratas tras la elección de Donald Trump fue un elemento inesperado en la última gira presidencial, que incluyó escalas en Grecia, Alemania y Perú. Una y otra vez, el mandatario saliente optó por el optimismo en lugar de cualquier presagio funesto y por la evasión diplomática en lugar de la crítica. El hombre cuyo legado podría ser destruido por Trump lució como el único demócrata que se negó a mostrarse inquieto en público.
Mientras Obama volaba de una capital a otra, las noticias de los nombramientos de Trump lo seguían a todas partes, dominaban las conferencias de prensa y los encuentros a puertas cerradas con otros gobernantes. El presidente respondió a casi todas las preguntas sobre Trump, sus nombramientos y su plan para desmantelar su legado con distintas versiones de la misma frase.
"La realidad le obligará a ajustar su enfoque a muchoas de estas cuestiones", dijo Obama el domingo al cabo de su viaje a Lima. "Así funciona esta oficina".
Otros demócratas no parecían compartir ese optimismo.
Cada vez que el Air Force One aterrizaba en una capital, sonaban los teléfonos celulares y se demudaban los rostros de los funcionarios de la Casa Blanca al recibir las últimas noticias sobre los nombramientos: primero, el de Steve Bannon, ex director de la agencia ultraderechista Breitbart News, como estratega jefe de la Casa Blanca; después, el del general retirado Michael Flynn, quien ha llamado al islam un "cáncer", como asesor de seguridad nacional.
Y cuando Obama sobrevolaba el Atlántico hacia Lima, Trump escogió al senador Jeff Sessions, conocido antiinmigrante, para secretario de Justicia y al legislador belicista Mike Pompeo para dirigir la CIA.
Estos nombramientos en conjunto desinflaron las esperanzas de la actual Casa Blanca de que Trump, frente al deber sobrecogedor de gobernar la nación, podría rebajar el tono después de la campaña.
De todos los nombramientos de Trump, el más desalentador según funcionarios del gobierno actual fue el de Flynn, dada la enorme autoridad del asesor de seguridad nacional en materia de guerra y paz.
Cuando Obama llegó a Perú, la desesperanza creciente de sus asesores era un hecho evidente.
Sin embargo, aunque reconoció que la oposición enérgica de Trump a los acuerdos de libre comercio generaría tensiones, sostuvo que por encima de la retórica de campaña, Trump estaba comprometido con la OTAN. No abundó sobre la intransigencia de Trump en materia de inmigración, un tema crucial en América Latina.
"Con respecto a Latinoamérica, no anticipo grandes cambios por parte del nuevo gobierno", dijo Obama.
Si Obama se muestra más sereno que sus correligionarios acerca del gobierno de Trump, eso refleja la realidad, dijeron individuos que conocen su pensamiento.
En su reunión en la Oficina Oval después de la victoria de Trump, Obama habló de su gira inminente y dijo que se le preguntaría sobre lo que cabía esperar del nuevo gobierno. Obama, confiado, pudo asegurar a los gobernantes que Trump respaldaría a la OTAN y no cortaría los lazos con Latinoamérica, dijeron las fuentes, que hablaron bajo la condición de anonimato por no estar autorizadas a hacer declaraciones públicas.