Washington, 29 abr (EFE).- Las formas cuentan tanto como el fondo en la Casa Blanca de Donald Trump, un presidente impulsivo, egocéntrico y visceral que ha roto las convenciones del "carácter presidencial" y ha generado un pulso entre su peculiar idiosincrasia y las arraigadas normas del sistema de Gobierno de Estados Unidos.
Trump no es el primer presidente de Estados Unidos que ha sacudido las convenciones con su personalidad arrolladora, volátil y narcisista, sus toques de paranoia y sus tendencias vengativas: muchas de esas cualidades se atribuyeron al demócrata Lyndon Johnson (1963-1969) y al republicano Richard Nixon (1969-1974).
Pero el carácter de Trump, que hoy cumplió cien días en el poder, "no tiene comparación posible con ningún otro presidente de la historia moderna", según Patrick Maney, un historiador de la universidad Boston College experto en la Presidencia.
"Ni Johnson ni Nixon permitían que su volatilidad personal afectara a su actuación pública tanto como lo hace Trump", dijo Maney a Efe.
"Trump gobierna por impulsos y emoción, a menudo sin importarle las consecuencias", agregó el profesor.
Mientras que Nixon se contenía en público y se "desataba" en privado, algunos de quienes se han reunido con Trump fuera de los focos aseguran que se mostró "razonable y dispuesto a escuchar", recordó Maney.
Otra diferencia clave, según el historiador político Julian Zelizer, es que Nixon "entendía más el sentido de las normas políticas y estaba dispuesto a adaptarse a ellas".
"Trump, en cambio, muestra estas partes oscuras de su personalidad sin ningún sentido de precaución", indicó a Efe Zelizer, que es profesor en la Universidad de Princeton.
Nada de esto sorprende a Gwenda Blair, autora de una biografía de Trump, que ha estudiado su carrera como magnate inmobiliario y no ve cambios en su carácter desde que llegó a la Casa Blanca.
"Está siendo completamente coherente con cómo era antes", aseguró Blair, que es profesora de periodismo en la Universidad de Columbia y escribió "The Trumps" (2001), una biografía que cubre la vida de Trump, la de su padre y la de su abuelo.
"Sigue enfocado en aquello que le beneficia, y cree que eso es lo que beneficia también al país", añadió Blair en una conversación telefónica con Efe.
Durante su carrera como empresario, Trump "entraba en una habitación buscando a la persona más fuerte que hubiera allí, e iba a por ella para demostrarle quién estaba a cargo", explicó.
"Es un macho alfa, es muy competitivo y tiene que ganar por encima de todo, sin importar lo que tenga que hacer para lograrlo", aseguró la biógrafa.
"Pero como presidente, tiene que tratar con el Congreso, y se está enfrentando a otros 535 (senadores y congresistas) que también son avasalladores, que no se echan atrás. En política, tienes que darle algo al otro", destacó.
El egocentrismo de Trump es tan notorio que, en febrero, una treintena de psicólogos y psiquiatras advirtieron en una carta de que era "incapaz de trabajar como presidente de forma segura" para el país, aunque sin llegar a atribuirle ninguna patología.
"Su comportamiento sugiere una incapacidad profunda para empatizar. Los individuos con estos rasgos distorsionan la realidad para ajustarla a su estado psicológico", indicaba la carta.
En efecto, Trump tiene una complicada relación con la verdad, con un gusto por lo que define en su libro "The Art of the Deal" como las "hipérboles veraces", un aparente embrión de los "hechos alternativos" que ha defendido su Casa Blanca.
Su necesidad de atención y aprobación ha podido verse en su denuncia de que los medios de comunicación no reflejaron el número de asistentes a su investidura, y en el hecho de que, aún hoy, siga presumiendo constantemente del número de estados que ganó en las elecciones de noviembre.
"Nunca admite nada que no sea un triunfo absoluto", dijo Blair.
Pero para muchos seguidores de Trump, su carácter abusón y su obsesión con "ganar" son precisamente parte de su atractivo, y el presidente puede incluso sacar partido a "sus dificultades para concentrarse y lo poco que le gusta leer", recordó la biógrafa.
"Al informarse solo viendo la televisión por cable, Trump es muy, muy bueno a la hora de hablar el mismo lenguaje de una gran parte del país que tampoco lee y que quiere que le expliquen las cosas en términos simples. Para mucha gente, eso significa que es alguien auténtico", apuntó Blair.
La personalidad de Trump ya ha causado dificultades internas en la Casa Blanca y en el Gobierno, al acelerar el anuncio de medidas que estaban a medio cocinar, como su veto a ciertos inmigrantes y refugiados en enero o su plan de reforma fiscal esta semana.
Las fuertes instituciones de Estados Unidos y su abrumadora burocracia han plantado cara hasta ahora a los impulsos más extremos de Trump, y seguirán haciéndolo, porque el sistema está "preparado para resistir a cualquier presidente", según Zelizer.
"Pero sería un gran error pensar que un presidente no puede tener un gran impacto sobre la política o el tono de Gobierno del país", matizó ese experto. EFE USA