HONG KONG, 25 nov (Reuters) - Tras meses de disturbios muchas veces violentos en Hong Kong, unas elecciones locales con una participación récord entregaron una victoria contundente a los candidatos pro democracia, lo que plantea nuevos problemas para China y aumenta la presión sobre la líder de la ciudad.
En el periodo previo a las elecciones del domingo en toda la ciudad se produjeron graves enfrentamientos entre la policía antidisturbios y los manifestantes antigubernamentales que se habían atrincherado en varias universidades.
La muerte de un manifestante después de una caída y el disparo de un policía a otro a quemarropa exacerbaron en parte los choques.
Sin embargo, el domingo, en un inusual paréntesis de calma, casi tres millones de personas -alrededor de las tres cuartas partes de los votantes- hicieron fila en un día otoñal para ejercer sus derechos democráticos, y los candidatos a favor de la democracia finalmente obtuvieron casi 400 de los 452 escaños.
En las últimas elecciones, hace cuatro años, sólo ganaron 100 concejales de distrito.
“La mayoría de la gente piensa que el millón de votantes adicionales salieron a enviar un mensaje político al Gobierno, que todavía apoyan a los manifestantes y que están insatisfechos con el Gobierno”, dijo Ma Ngok, cientista político de la Universidad China de Hong Kong.
“El Gobierno y los partidarios de Pekín siempre han afirmado que cuentan con el apoyo de la opinión pública”, añadió Ma. “Pero ahora.... esto es una gran bofetada en la cara porque la población ha mostrado su posición real en cifras récord”.
La líder de Hong Kong, Carrie Lam, dijo en una declaración que respetaba el resultado y que su Gobierno “escuchará los puntos de vista de la población con una mente abierta y una reflexión seria”, sin ofrecer detalles concretos.
“El Gobierno de la Región Administrativa Especial de Hong Kong escuchará con humildad y seriedad las opiniones de los ciudadanos”, dijo el comunicado.
Los concejales de distrito carecen de peso político y se ocupan en gran medida de cuestiones de la gestión diaria. Pero con sus despachos, financiación y redes, en opinión de algunos proporcionan a los demócratas una palanca adicional para influir en las decisiones políticas, mientras continúan las protestas.
VOTO DE CENSURA
Lo Kin-hei, un concejal de distrito pro-democracia que fue reelegido, dijo que los comicios eran en efecto un “voto de censura” a la clase dirigente, incluida la líder de Hong Kong, y a importantes dirigentes chinos como Zhang Xiaoming, director de la Oficina de Asuntos de Hong Kong y Macao.
Lo Kin-hei dice que los concejales de distrito, con alrededor de 1 millón de dólares de Hong Kong (128 millones de dólares) de fondos cada año, podrían proporcionar recursos para ayudar a que continúe el “impulso del movimiento de protesta”.
En el campo pro-Pekín, los líderes del principal partido político, el DAB, hicieron examen de conciencia y pidieron disculpas, y su líder Starry Lee ofreció renunciar.
Stanley Ng Chau-pei, delegado de Hong Kong en el Congreso Nacional Popular de China, cuyos miembros sindicales se presentaron como candidatos, dijo a los periodistas que las elecciones habían sido “injustas”.
Ng pidió al Gobierno que respondiera con políticas eficaces para “abordar las profundas divisiones en la sociedad” y con medidas eficaces para poner fin a la violencia.
El margen de maniobra de Lam, sin embargo, sigue siendo “muy limitado”, según una grabación de voz obtenida por Reuters este verano, aunque la mandataria ha insistido en la necesidad de acabar primero con la violencia y detener el caos.
Algunos observadores dijeron que ahora Lam se vería sometida a una mayor presión para responder a las demandas de los manifestantes, entre ellas la exigencia de reformas democráticas y una investigación independiente de las acusaciones de brutalidad policial.
Las tácticas policiales para hacer frente a las protestas han sido consideradas en gran medida como uno de los principales detonantes de los enfrentamientos. Sin embargo, el Gobierno ha dicho hasta ahora que los mecanismos de supervisión policial existentes son suficientes para tramitar las denuncias.
Hong Kong regresó al Gobierno chino en 1997 con la promesa de un alto grado de autonomía, pero la erosión de las libertades por parte de China ha alimentado el extendido resentimiento, dando alas a la actual crisis política.
La probabilidad de que Pekín ofrezca nuevas concesiones a corto plazo sigue siendo escasa, según los observadores, dada la postura rígida adoptada hasta ahora.
De las demandas clave de los manifestantes, hasta ahora el Gobierno sólo ha respondido a una: en septiembre, retiró formalmente el proyecto de ley de extradición que desencadenó las primeras protestas.
La legislatura china dijo la semana pasada que los tribunales de Hong Kong no tienen poder para decidir sobre la constitucionalidad de la legislación en virtud de la Ley Fundamental de la ciudad, un día después de que el Tribunal Supremo de Hong Kong declarara inconstitucional la polémica prohibición del uso de máscaras.
Muchos distritos del consejo dominados durante mucho tiempo por fuerzas pro-Pekín apoyadas por el Frente Unido de China se enfrentaron a una participación electoral sin precedentes, de más del 70 por ciento.
La votación pone de relieve un profundo apoyo al movimiento de protesta, a pesar de la violencia ocasional de los manifestantes.
Aunque algunos pesos pesados a favor de Pekín fueron derrocados por candidatos relativamente nuevos, Lee, del DAB, dice que su partido recuperará fuerzas para las importantes elecciones al consejo legislativo en septiembre.
Pero algunos analistas dicen que Pekín puede ver ventajas en reemplazar a Lam antes de esa cita para que no se convierta en un lastre electoral. Reuters