Este 24 de diciembre, los extremistas del autoproclamado Estado Islámico (IS) derribaron por primera vez un avión de combate de la coalición internacional liderada por Estados Unidos y tomaron prisionero al jordano que lo pilotaba después de que su aeronave se estrellara cerca de la ciudad de Al Rakka, en el norte de Siria. Según la agencia de noticias jordana Petra, se trata de un teniente de 26 años. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, pidió a los captores que lo trataran en concordancia con las leyes humanitarias internacionales.
La captura del piloto pone de relieve los riesgos que corren Estados Unidos y sus aliados al enfrentarse con EI, que tiene en sus manos una reserva considerable de misiles superficie-aire soviéticos Igla. Los arsenales de los Gobiernos de Siria e Irak han contado con misiles Igla desde hace mucho tiempo. Estas armas, disparadas desde el hombro, fueron usadas por las fuerzas iraquíes durante la Guerra del Golfo Pérsico en 1991 para derribar un Tornado británico. Islamistas chechenos las han usado más recientemente para derribar helicópteros rusos.
El militar jordano participaba en los bombardeos de la coalición internacional sobre el principal bastión de EI en Siria. Jordania participa junto con los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Bahréin en esos ataques aéreos coordinados. Además de pedirle a EI que tratara al prisionero humanamente, Ban condenó el uso continuo de armas explosivas como las bombas de barril en zonas residenciales o áreas habitadas predominantemente por civiles. No obstante, la violencia parece intensificarse, no sólo en Siria, sino también en Irak.
Violencia en Siria e Irak
49 personas perdieron la vida y otras 67 resultaron heridas tras nuevos ataques perpetrados en el norte de Irak y en la capital, Bagdad, según la televisora árabe Al Arabiya, cuya sede está en Dubái. 18 milicianos de EI murieron en enfrentamientos al norte de Bagdad. En un atentado suicida contra un puesto del Ejército en el sur de Bagdad perecieron 43 personas y 61 resultaron heridas, informa el servicio de noticias Al Sumaria News. La masacre fue organizada para que coincidiera con la llamada matinal de la base, según una fuente policial.
Poco antes, miembros de EI colocaron dos explosivos en varias zonas de Bakuba, 50 kilómetros al norte de la capital. Al estallar la primera bomba murieron tres combatientes kurdos peshmerga y cuatro resultaron heridos, informó un funcionario de seguridad. En la segunda explosión murieron tres civiles y hubo otros dos heridos. En combates posteriores fueron abatidos los 18 yihadistas. Bakuba es escenario de fuertes combates desde hace varios días, después de que los peshmerga hicieran retroceder al EI en otras zonas del norte de Irak.
El pasado fin de semana, los kurdos liberaron las montañas de Sinjar, donde los yihadistas mantenían cercados desde hace meses a miembros de la minoría religiosa de los yazidíes. En Bagdad, el primer ministro iraquí, Haider al Abadi, pidió a los cristianos iraquíes en un mensaje de Navidad a permanecer en el país a pesar de la persecución por parte de los islamistas. Al Badi se refirió a ellos como valiosos “hermanos para la reconstrucción de Irak”. La Navidad de este año se ve ensombrecida por EI, que trata de “romper la sociedad y la convivencia pacífica en Irak”, dijo.
Irak albergaba a una de las comunidades cristianas más antiguas del mundo. Unos 1,2 millones de cristianos vivían en 2003 en el país árabe; en la actualidad son unos 500.000. Muchas iglesias en la capital Bagdad renunciaron este año a la decoración festiva. Las medidas de seguridad se han reforzado por temor a los ataques, señalan fuentes iraquíes.