Bagdad/Beirut, 28 jun (EFE).- El autoproclamado califato del grupo terrorista Estado Islámico (EI), que mañana cumple un año, emergió en Siria e Irak aprovechándose de la inestabilidad y los conflictos en ambos países, donde los yihadistas aplican la ley del terror en el territorio que dominan.
Esa organización, de tendencia radical suní, avanzó rápidamente por ambos Estados hasta conquistar áreas desde la provincia siria de Alepo hasta la iraquí de Diyala.
A pesar del acoso aéreo de la ofensiva lanzada por la alianza internacional encabezada por Washington, que apoya a las distintas fuerzas que lo combaten sobre el terreno, el EI se ha mantenido firme, y ha logrado su financiación gracias a la venta de petróleo, a los secuestros, la extorsión y al saqueo de antigüedades.
Sus orígenes, vinculados a Al Qaeda, se remontan a la época de la ocupación estadounidense en Irak (2003-2011), a partir de entonces dio el salto a Siria, donde adquirió poder al calor de la guerra, y se independizó de la organización dirigida por Ayman al Zawahiri.
Según analistas consultados por Efe, la aparición del EI no puede estudiarse de forma aislada y se enmarca en los profundos cambios políticos que está sufriendo la región de Oriente Medio.
El profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Americana de Beirut Hilal Jashan cree que el grupo extremista "no emergió en mitad de la oscuridad sino a plena luz del día, a la vista de todos y con apoyos regionales".
Un ejemplo de ello es que el Ejército iraquí apenas resistió cuando los radicales tomaron el año pasado Mosul, dijo el experto, que destacó que hay una lucha de poder entre Irán y Arabia Saudí, con sus respectivos aliados, en la zona.
El analista político iraquí Raad al Ramadán apoyó esta hipótesis, porque, en su opinión, el objetivo de la creación del califato es "dividir a los países árabes y generar violencia sectaria".
El experto afirmó que el EI lo ha logrado en Irak, ya que la población se reparte entre los partidarios del califato, en reacción a las políticas del ex primer ministro, el chií Nuri al Maliki; sus detractores, en su mayoría chiíes, que lo ven como una amenaza; y los defensores de un Estado laico, ni chií ni suní.
Pese a la vocación internacional del EI, que ha perpetrado atentados en varios países y ha atraído a miles de combatientes de todo el mundo, su principal radio de acción sigue circunscrito en Irak y Siria, donde tiene varios frentes abiertos.
En el suelo sirio, ha perdido terreno recientemente en el norte frente a las fuerzas kurdas, aunque conserva su capacidad de lanzar ataques como lo demuestran las ofensivas que ha efectuado en Kobani y Al Hasaka, y su avance frente al régimen por el centro del país.
Mientras, en Irak, mantiene en jaque a las fuerzas iraquíes en la provincia occidental de Al Anbar, pese al gran golpe que le propinaron el pasado marzo al arrebatarle la ciudad de Tikrit, al norte de Bagdad.
Para la directora del centro de estudios Carnegie de Oriente Medio de Beirut, Lina Jatib, el EI actualmente "se enfrenta a dificultades en las zonas de mayoría kurda, aunque se está beneficiando de la debilidad del régimen sirio en otras".
Tanto en Siria como en Irak, los kurdos han ganado territorio frente a los yihadistas, "gracias a que han recibido apoyo de actores regionales, y dinero y recursos, porque se presentan como un socio de fiar para Occidente", señaló Jatib.
A juicio de Al Ramadán, ese progreso kurdo está causando un cambio demográfico en Irak, porque los kurdos han conquistado varias localidades en su lucha contra el EI, que estaban bajo la autoridad del Gobierno de Bagdad antes de la declaración el califato.
Ante este panorama, resulta complicado imaginar que la situación vuelva a su estado anterior a la declaración del califato, en caso de una hipotética derrota del EI, que los expertos ven en un horizonte muy lejano.
Jashan consideró que los bombardeos de la coalición internacional, liderada por EEUU, han afectado a los yihadistas, pero "no han sido suficientes".
"Washington no tiene prisa en derrotar al EI", agregó, antes de apuntar: "Estamos en medio de cambios históricos en Oriente Medio y tiene que mover bien las piezas y en el momento adecuado".
Sin duda, subrayó, "el día en que el EI sea vencido esto irá acompañado de acontecimientos muy importantes que se darán simultáneamente".
En ese sentido, aseguró que el acuerdo de Sykes-Picot (1916), con el que las potencias se repartieron las áreas de influencia en Oriente Medio tras la caída del Imperio Otomano, ha expirado y habrá un nuevo orden regional, "pero tras muchas operaciones militares y derramamiento de sangre".
"Creo que los países actuales seguirán existiendo pero más fragmentados, es decir, caminamos hacia el federalismo; algo que también interesa a Israel, que sus vecinos estén divididos", reflexionó.