Caracas, 31 de agosto, 2016 (Reuters). Los gobiernos izquierdistas de América Latina condenaron la destitución de Dilma Rousseff el miércoles como presidenta de Brasil y la calificaron como un golpe de Estado, pero Venezuela, su cercano aliado, fue más allá y congeló sus relaciones con el gigante del sur y retiró "definitivamente" a su embajador.
Las expresiones de rechazo a la decisión del Senado de Brasil de declarar a Rousseff culpable de violar las leyes presupuestarias y de removerla formalmente de su cargo, también llegaron desde Bolivia, Cuba, Ecuador y Nicaragua, cercanos al Gobierno de la que fuera la primera presidenta brasileña.
"El Gobierno de Venezuela, en resguardo de la legalidad internacional y solidaria con el pueblo de Brasil, ha decidido retirar definitivamente a su embajador en la República Federativa de Brasil, y congelar las relaciones políticas y diplomáticas con el Gobierno surgido de este golpe parlamentario", dijo la cancillería venezolana en un comunicado.
"Las oligarquías políticas y empresariales recurrieron a artimañas antijurídicas bajo el formato de crimen sin responsabilidad para acceder al poder por la única vía que les es posible: el fraude y la inmoralidad", agregó la misiva.
Durante el proceso de juicio político que polarizó a la mayor economía de la región, Rousseff negó insistentemente los cargos y denunció el proceso como un golpe de Estado que busca proteger los intereses de una elite y acabar con los programas sociales que sacaron de la pobreza a millones de brasileños.
Con 61 votos a favor y 20 en contra, el Senado puso fin a 13 años de gobierno del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) y habilitó al conservador Michel Temer, quien fue juramentando horas después como presidente, para terminar el mandato de Rousseff hasta el 2018.
La voz contraria en al región provino de Argentina, uno de los principales socios comerciales de Brasil, que dijo que "respeta el proceso" del juicio político y "reafirma su voluntad de continuar por el camino de una real y efectiva integración".
Desde la asunción de Temer, Venezuela se alejó de Brasil tras forjar una sólida relación en la década pasada, cuando gobernaron Hugo Chávez y Luiz Inácio Lula da Silva.
"Golpe de Estado"
Bolivia, Cuba, Ecuador y Nicaragua también condenaron la destitución de Rousseff e hicieron eco al calificativo de "golpe de Estado".
"El Gobierno de la República de Cuba rechaza enérgicamente el golpe de Estado parlamentario-judicial que se ha consumado contra la Presidenta Dilma Rousseff", señaló el Gobierno cubano en una declaración oficial leída en la televisión estatal.
Brasil, un cercano aliado político de Cuba, es también uno de sus principales socios comerciales en la región y fuente de crédito de la isla caribeña.
El presidente de Bolivia, Evo Morales, convocó a su embajador en Brasil y escribió en su cuenta de Twitter: "Condenamos el golpe parlamentario contra la democracia brasileña. Acompañamos a Dilma, Lula y su pueblo en esta hora difícil. #FuerzaDilma".
Ecuador, por su parte, llamó a consultas a su encargado de negocios en Brasil y aseguró que los "lamentables sucesos suponen un serio riesgo para la estabilidad de nuestra región".
"Jamás cohonestaremos estas prácticas, que nos recuerdan las horas más obscuras de nuestra América. Toda nuestra solidaridad con la compañera Dilma, con Lula, y con todo el pueblo brasileño. ¡Hasta la victoria siempre!", escribió el mandatario ecuatoriano Rafael Correa en su cuenta de Twitter @MashiRafael.