Washington (EFE). El presidente de EEUU, Donald Trump, comenzó a dibujar esta semana su visión de futuro para el Tratado de Comercio de América del Norte (TLCAN), en el que Canadá mantenga su posición actual con leves "retoques", mientras que sea México quien asuma una "renegociación" sustancial.
"Tenemos una relación excepcional con Canadá. La estaremos retocando. Haremos ciertas cosas que van a beneficiar a ambos países. Es una situación mucho menos grave que la que está teniendo lugar en la frontera sur (con México)", afirmó Trump este lunes en la rueda de prensa conjunta con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau.
Trudeau, por su parte, recalcó que EUA y Canadá están "fundamentalmente vinculados como vecinos" en una relación "única", y señaló su voluntad de continuar "una efectiva integración de las dos economías".
Para remarcar las diferencias, Trump hizo referencia a los últimos datos de 2015: El déficit comercial de EUA con Canadá fue de 15,000 millones de dólares, comparado con los casi 60,000 millones de saldo negativo que registró con México.
Tras el encuentro, la ministra de Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, valoró las palabras de Trump al asegurar que "suponían un reafirmación "de nuestros socios estadounidenses de que realmente entienden hasta qué punto tenemos una relación comercial equilibrada y mutuamente beneficiosa".
De este modo, Ottawa parece respirar con más calma una vez comprobada la disparidad de tono empleada por Washington en materia comercial, frente a la beligerante retórica respecto a México.
Pese a que Trump ha hecho del TLCAN firmado entre los tres países en 1994 una de las dianas principales de sus ataques, pocos detalles han trascendido de sus planes específicos sobre cómo pensaba llevar a cabo la renegociación del acuerdo comercial y el encuentro con Trudeau había sido contemplado como un importante termómetro.
"El acuerdo ha sido un desastre para nuestros empleos y nuestro país (...). No me importa si es una renovación o un nuevo acuerdo pero tenemos que hacer que sea justo", indicó el presidente estadounidense a comienzos de mes.
Trump señaló que su nominado a secretario de Comercio, Wilbur Ross, será quien lidere las negociaciones, pero lo cierto es que la necesaria aprobación de Ross en el Senado no acaba de producirse y acumula continuos retrasos por la oposición de los demócratas.
Asimismo, el presidente estadounidense reconoció que el acuerdo "cuenta con unos límites reglamentarios" para iniciar la renegociación, pero aseguró que le gustaría "acelerar el proceso".
Se refería así a la cláusula incluida en el pacto que exige que cualquiera de las partes que quiera iniciar una renegociación debe enviar a sus socios un aviso previo de 90 días, y por el momento ni México ni Canadá lo han recibido.
El encargado de comercio de la Embajada de México en EUA, Kenneth Smith Ramos, subrayó en una conferencia esta semana en el centro de estudios Council of the Americas que su país "está preparándose para la vida después del NAFTA (como se conoce el TLCAN por sus siglas en inglés)" y buscando posibilidades de "diversificación" de exportaciones.
"EUA es quien ha afirmado que quiere abrir el proceso de negociación, nosotros debemos estar listos", indicó Smith Ramos, a la vez que remarcó que todavía no están claros los detalles ni la intención del nuevo Gobierno estadounidense, e insistió en que México está abierto a fortalecer y modernizar el acuerdo.
Por su parte, en el mismo acto Charles "Chip" Roth, director asistente de la Oficina del Representante de Comercio Exterior de EUA y que participó en las negociaciones del TLCAN a comienzos de la década de 1990, lamentó el vuelco dado por el Gobierno de Trump en materia de comercio después de que Washington haya liderado "el proceso de globalización económica".
Roth expresó, además, "su perplejidad ante la actitud del sector privado, que apenas ha levantado la voz" frente a las propuestas proteccionistas del presidente estadounidense cuando ha sido "el principal beneficiado" por el aperturismo comercial de las últimas dos décadas.
Desde su llegada a la Presidencia el pasado 20 de enero, Trump ha aplaudido la decisión de varias empresas estadounidenses, como Ford y General Motors, de anunciar inversiones millonarias en EUA, a la par que ha amenazado con elevados aranceles a aquellas que trasladen parte de sus operaciones a México.