Washington, 6 de abril, 2017 (Reuters). El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sostendrá el jueves su primera reunión con el mandatario chino, Xi Jinping, con la presión de lograr las concesiones comerciales que prometió durante la campaña que lo llevó a la Casa Blanca e impedir que una crisis con Corea del Norte se salga de control.
Los líderes de las dos economías más grandes del mundo se encontrarán esta tarde en el complejo turístico Mar-a-Lago de Trump en Palm Beach, Florida, y cenarán con sus esposas, dando inicio a una cumbre que concluirá con un almuerzo de trabajo el viernes.
Durante su campaña presidencial en 2016, Trump prometió que pondría fin a lo que llamó el robo de empleos estadounidenses por parte de China y que reconstruiría la base manufacturera del país. Muchos trabajadores le ayudaron a ganar la elección el 8 de noviembre y Trump quiere cumplir sus promesas a ellos.
La semana pasada, el presidente republicano escribió en Twitter que Estados Unidos ya no puede tolerar enormes déficits comerciales y que su reunión con Xi "será muy difícil".
Funcionarios de la Casa Blanca han fijado bajas expectativas para el encuentro y han dicho que establecerá las bases para negociaciones futuras, pero líderes del sector laboral estadounidense afirman que Trump debe adoptar un tono directo e inequívoco en sus conversaciones con Xi.
"El presidente Trump tiene que salir de la reunión con resultados concretos que restauren la producción y el empleo aquí en Estados Unidos en aquellos sectores que han sido arrasados por las prácticas depredadoras y proteccionistas de China", comentó Holly Hart, directora legislativa del sindicato de Trabajadores Metalúrgicos Unidos.
El problema más urgente que enfrentarán Trump y Xi será cómo persuadir a Corea del Norte, que tiene capacidad nuclear, de detener sus conductas impredecibles, como ensayos con misiles que han aumentado las tensiones en Corea del Sur y Japón.
Corea del Norte está trabajando para desarrollar un misil balístico intercontinental capaz de alcanzar a Estados Unidos. Analistas creen que cualquier acción militar probablemente provocará represalias graves por parte de Corea del Norte y muchas bajas entre las tropas estadounidenses en Corea del Sur y Japón.