WASHINGTON (AP) -- El presidente que prometió sacar a Estados Unidos de pactos internacionales como el tratado de libre comercio con México y Canadá por considerarlos nocivos para los intereses nacionales, parece estar haciéndose a la idea de que un tratado es un tratado y de que uno no puede renunciar a él cuando se le dé la gana.
Desde el Tratado de Libre Comercio de América del Norte hasta el pacto de París sobre el cambio climático, la retórica de campaña de Donald Trump está chocando con la realidad. A pesar de sus amenazas de deshacer, renegociar o alterar esos acuerdos, su gobierno todavía no se ha salido de ninguno de ellos y las críticas del pasado han dado paso a una actitud mucho más tolerante de algunos aspectos clave de la política exterior estadounidense.
El gobierno dice que está revisando estos acuerdos y que todavía podría salirse de ellos. Un día después de confirmar que Irán está cumpliendo con un pacto nuclear, el secretario de estado Rex Tillerson criticó el acuerdo y dio una serie de ejemplos de actitudes iraníes que consideró reprobables. El tono de sus comentarios hizo pensar que, incluso si Irán cumple de papel con el pacto, la participación estadounidense sigue en duda.
De todos modos, con una sola excepción --el Acuerdo Transpacífico que fue desestimado por el Congreso--, el gobierno de Trump está preparando el terreno para cumplir con muchos pactos internacionales heredados. Ello representa un brusco giro en relación con las declaraciones de Trump de que bajo su gobierno Estados Unidos se enfocaría mucho más en sus propios intereses y no en los de los demás y dejaría de subsidiar la seguridad y la prosperidad de otros.
Trump dijo que el pacto nuclear con Irán fue el "peor" de la historia y que el cambio climático era un engaño. Pero por ahora lo único que ha hecho su gobierno es reevaluar este y otros acuerdos, sin tomar medidas drásticas.
Douglas Brinkley, experto en la historia de los presidentes de la Rice University, dijo que Trump tal vez está pensando que se pueden mejorar todos estos acuerdos, sin necesidad de anularlos. "Eso le permitiría decirle a su base que está logrando algo mejor que lo que consiguieron (sus predecesores George W.) Bush o (Barack) Obama, al tiempo que le deja ver a estas instituciones que todo lo que dice va acompañado de un guiño, que en realidad no hay que tomarse muy en serio lo que dice", opinó Brinkley.
Por ahora no ha habido mayor resistencia entre los partidarios de Trump, por más que pensasen que iba a revolucionar todo. La reafirmación del status quo se produjo esta semana cuando Tillerson dijo que Irán cumplía con sus compromisos nucleares y que el gobierno deja en suspenso la decisión sobre un retiro del acuerdo climático de París.
El presidente había dicho previamente que desmantelaría o se retiraría de ambos acuerdos como parte de la visión que expuso en su discurso inaugural, cuando dijo que "cada decisión (que tome) sobre comercio, impuestos, inmigración o política exterior será en beneficio de los trabajadores y de las familias estadounidenses".
La certificación de que Irán cumple con sus compromisos nucleares implica que el país no será sancionado por sus actividades en ese terreno.
Tillerson trató el miércoles de demostrar que Estados Unidos no tiene una actitud blanda hacia Irán y dijo que el gobierno está haciendo una amplia reevaluación de la política hacia ese país, que incluye un análisis de si el hecho de que no se sancione a los iraníes beneficia los intereses estadounidenses. Agregó que el acuerdo entre siete naciones "no logra el objetivo de que Irán no tenga un programa nuclear" sino que "solo demora su meta de ser un estado nuclear".
La posición de Trump en torno a los pactos comerciales también ha evolucionado. Había prometido que anularía el TLCAN a menos que el pacto fuese renegociado de modo tal que beneficiase mucho más a Estados Unidos y acusó al acuerdo de devastar la industria manufacturera estadounidense al incentivar el uso de la mano de obra barata de México.
Ahora, en cambio, su gobierno contempla solo cambios secundarios que preservarían buena parte del actual tratado, según un bosquejo enviado al Congreso. La propuesta incluye un polémico artículo que permitiría a las firmas cuestionar las leyes nacionales a través de tribunales privados.
El que sí fue anulado es el Acuerdo Transpacífico que había negociado Obama con Chile, Perú, México, Brunéi, Nueva Zelanda, Singapur, Australia, Canadá, Japón, Malasia y Vietnam, aunque en realidad el que dejó en la nada ese pacto fue el Congreso. La propia candidata republicana a la presidencia Hillary Clinton se oponía al acuerdo.
En relación con la OTAN, Trump hizo un viro de 180 grados respecto a su afirmación previa de que era una institución "obsoleta". Varios miembros de su gabinete han viajado al exterior para expresar el apoyo de Estados Unidos a esta alianza militar, que Washington describe ahora como un pilar de la seguridad occidental. AP