- El presidente aboga por el progreso del país, la defensa de libertades y el acercamiento a occidente.
- Otro eje clave de su programa se refiere a la defensa del acuerdo nuclear firmado en 2015 con seis grandes potencias mundiales.
El presidente de Irán, Hasan Rohaní, reelegido este sábado para un segundo mandato, es un clérigo moderado que ha logrado sacar a su país del aislamiento internacional y ha prometido garantizar más libertades a los ciudadanos.
Gracias de nuevo al consenso en torno a su figura de los reformistas y moderados, Rohaní se impuso en las presidenciales del viernes con el 57 % de los votos, muy por delante de su principal rival, el clérigo conservador Ebrahim Raisí, quien obtuvo un 38 % de los sufragios.
Sus principales bazas electorales fueron el acuerdo nuclear firmado en julio de 2015 con seis grandes potencias y la recuperación económica del país gracias al levantamiento de las sanciones, así como presentarse como el garante de las libertades y del progreso de Irán.
Este hombre de aspecto sereno no dudó en echar mano de su carácter para contraatacar a sus adversarios en la carrera presidencial, defender su gestión y evocar los riesgos del regreso a una mayor rigidez de los principios islámicos y al aislamiento internacional si ganaban los conservadores.
Una amplia experiencia en el mundo de la política
Figura importante de la política iraní desde la Revolución Islámica de 1979, nació en noviembre de 1948 en la ciudad de Sorje, en la provincia norteña de Semnan, donde a los 13 años ingresó en un centro religioso.
Continuó sus estudios islámicos en destacados seminarios chiíes de la ciudad de Qom y, a partir de 1969, los compaginó con la carrera de Derecho en la Universidad de Teherán, donde se licenció en 1972.
Seguidor desde joven del ayatolá Ruholá Jomeiní, recorrió Irán para hacer campaña contra el shá Mohamad Reza Pahlevi hasta que en 1977 se vio obligado a huir tras reconocer en un discurso con el titulo de imán —máxima autoridad en el islam chií— a quien dos años más tarde fundó la República Islámica.
Se refugió en el Reino Unido y allí realizó un máster en Derecho Constitucional en la Universidad de Glasgow Caledonia, donde también se doctoró con una tesis titulada "La flexibilidad de la sharía, ley islámica".
Tras su regreso a Irán, que coincidió con el de Jomeiní, a principios de 1979, ocupó numerosos cargos militares y políticos en la recién instaurada República Islámica.
Fue diputado desde 1980 y hasta el año 2000, y posteriormente miembro de la Asamblea de Expertos y del Consejo del Discernimiento, puestos en los que sigue en la actualidad, y presidente del Centro de Estudios Estratégicos de Irán.
En el plano militar, durante la guerra con Irak (1980-1988) estuvo seis años en el Consejo Superior de Defensa, desde el que dirigió la Defensa Aérea de Irán.
Entre 1989 y 2005, ocupó la secretaría del Consejo Supremo de Seguridad Nacional, puesto que le acercó al líder supremo, Alí Jameneí, quien no parece contrario a Rohaní pero en esta campaña electoral ha criticado su gestión.
A partir de 2003, tras la revelación de instalaciones nucleares no declaradas previamente al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), dirigió las negociaciones sobre el programa nuclear iraní y logró calmar la tensión con algunas concesiones.
Con su triunfo electoral por sorpresa en 2013, en primera vuelta y con el 50,68 % de los votos gracias al apoyo decisivo de los expresidentes reformistas Akbar Hashemí Rafsanyaní y Mohamad Jatamí, prometió una apertura hacia Occidente para mejorar la economía.
Devolver la esperanza
Sin embargo, la economía no ha terminado de despegar y en el plano de los derechos humanos y las libertades los avances tampoco han sido muy notables debido a la oposición del ala dura del sistema, siguiendo los principales líderes reformistas de las protestas del 2009 en arresto domiciliario.
Rohaní enarboló su Carta de Derechos Civiles y se comprometió a actuar de acuerdo a ellos en su segundo mandato para convencer a los reformistas indecisos, tarea en la que en esta ocasión volvió a contar con el apoyo de Jatamí.
Sus mayores retos serán reducir el desempleo, principalmente entre los jóvenes, y llevar a cabo los cambios prometidos, para no volver a defraudar a muchos reformistas que le votaron como "la opción menos mala" de las elecciones. es