
Este mes, Trump canceló un viaje a Londres para inaugurar la nueva embajada y dijo que no quería respaldar un mal acuerdo logrado por el Gobierno de Obama para vender la sede previa por “maní”.
Tillerson fue recibido por el embajador estadounidense Woody Johnson mientras trabajadores terminaban de plantar arbustos en el terreno de la nueva embajada. Posteriormente, se reunió con algunos de los marines que están apostados en la embajada.
Al ser consultado si habrá una inauguración formal, el embajador Johnson respondió que “en algún momento la vamos a hacer, pero no hay urgencia. Lo haremos cuando sea el momento apropiado”.
La decisión de trasladar la embajada estadounidense desde su localización actual en la Plaza Grosvenor, en la exclusiva zona de Mayfair de Londres, a un sitio en la ribera sur del río Támesis fue acordada en 2008 durante la presidencia de George W. Bush.
La nueva embajada es una fortaleza localizada al menos a 30 metros de edificios aledaños, mayormente bloques residenciales de construcción reciente, e incorpora viviendas para los marines estadounidenses apostados allí en forma permanente.
La construcción con un costo de 1.000 millones de dólares fue financiada con la venta de otras propiedades en Londres.