WASHINGTON (AP) — El conocido lema de Donald Trump de “Estados Unidos primero” se convirtió el lunes en “Yo primero”, luego de que el mandatario desdeñó a su comunidad de inteligencia y al Departamento de Justicia para presentarse como víctima de una conjura para negarle legitimidad.
Trump también atribuyó el lamentable estado de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia a la “tontería y la estupidez”, reiterando temas en los que ha insistido en diversos mítines en Estados Unidos.
Sin embargo, esta vez estaba en suelo extranjero, al lado de Vladimir Putin, el hombre cuyo gobierno es acusado de entrometerse en las elecciones estadounidenses de 2016 para favorecerlo. Sus acciones generaron críticas tanto de la derecha como de la izquierda de Estados Unidos. Y ello podría envalentonar a Putin, dada la ausencia de reclamos de Trump sobre los comicios o sobre una lista larga de acciones del Kremlin, que van desde Siria hasta Ucrania.
El senador republicano John McCain describió lo sucedido como “una de las actuaciones más deplorables de un mandatario estadounidense de que se tenga memoria”.
El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, dijo que el “presidente debe percatarse de que Rusia no es nuestra aliada”. Y el representante republicano Trey Gowdy, quien ha criticado la pesquisa sobre Rusia, dijo que “Rusia no es nuestra amiga” y expresó confianza en que los colaboradores de seguridad nacional de Trump puedan convencerlo de que “es posible concluir que Rusia se entrometió en nuestros comicios en 2016 sin deslegitimar su triunfo electoral”.
Sin embargo, después de su reunión de dos horas con Putin en Helsinki, Trump puso en duda las conclusiones de los servicios estadounidenses de inteligencia acerca de que Rusia se entrometió en las elecciones, y desestimó la pesquisa del fiscal especial Robert Mueller sobre la intromisión, al insinuar que no había razón para dudar de los desmentidos de Putin.
“Tengo gran confianza en mi personal de inteligencia, pero diré a ustedes que el presidente Putin fue extremadamente firme y enérgico en su desmentido hoy”, apuntó.
Colaboradores y excolaboradores de la Casa Blanca y del equipo de campaña de Trump describen al presidente como una persona obsesionada ante cualquier insinuación de que su llegada a la Casa Blanca no fue producto de su gran esfuerzo. Esas fuentes aseguran que el mandatario considera que cualquier alusión a la intromisión rusa socava su victoria y su marca.
Por esa razón desde la campaña de 2016 Trump ha refutado cualquier mención sobre el apoyo ruso a su candidatura. Después de su victoria electoral, que incluso sorprendió a Trump, el mandatario reconoció en forma renuente la intromisión rusa en los comicios _el consenso unánime de la comunidad de inteligencia_ aunque en la misma línea insinuó que otros países podrían ser responsables.
Meses después, el presidente dijo que despidió al director del FBI, James Comey, debido a la pesquisa sobre la intromisión rusa y sobre la posible colusión con elementos del equipo de campaña de Trump. Y actualmente continúa criticando la pesquisa de Mueller, a la que se refiere como una “cacería de brujas” a pesar de las acusaciones formales contra hackers y funcionarios de inteligencia de Rusia.
El lunes, Trump también resucitó varias teorías desacreditas sobre su oponente Hillary Clinton y el Partido Demócrata, mencionó por su nombre a un agente del FBI implicado en la pesquisa sobre la intromisión y se quejó sobre la cobertura de la prensa.
En todo momento, el mandatario ensalzó su triunfo electoral y volvió a negar cualquier colusión con Rusia, algo en lo que Putin estuvo feliz de estar de acuerdo, aunque el gobernante ruso admitió que tuvo preferencia por Trump, quien durante la campaña proponía mejorar vínculos con Moscú.
“Dirigimos una campaña brillante, por eso soy presidente”, declaró Trump en un momento.
“Fue una campaña limpia, derroté con facilidad a Hillary Clinton”, afirmó en otro. “Es una vergüenza que pueda dudarse de ello”.
Trump se refirió a la cumbre como un triunfo de la diplomacia y dijo que él mostró habilidad política al aceptar reunirse con Putin y censurar enérgicamente a quienes han cuestionado la fecha en la que este encuentro se ha efectuado y lo que pudo haber estado sobre la mesa.
Sin embargo, a pesar de los anuncios vagos de mejores relaciones adelante y nueva cooperación en Siria y la no proliferación de armas nucleares, Trump y Putin no ofrecieron detalles de los avances ni de las mejoras específicas en las relaciones durante la conferencia de prensa realizada en Helsinki al término de su reunión.
El único indicio tangible de progreso fue el obsequio de Putin a Trump de un balón de la Copa del Mundo. Las únicas desavenencias correspondieron a la crítica cortés de Putin a Trump por retirarse del acuerdo nuclear con Irán y cuando el mandatario ruso, no Trump, explicó la posición de Estados Unidos sobre la anexión de Crimea por parte de Rusia.
“Él continuó sosteniendo que la anexión fue ilegal”, dijo Putin sobre Trump.
Por su parte, Putin se desempeñó como estadista, tuvo la batuta y manifestó incredulidad frente a la presunta intromisión al esquivar preguntas de la prensa antes de proponer en forma sorprendente un “trato” al presidente Trump. Su propuesta de facilitar acceso a los rusos acusados de hackeo a cambio de que se permita a expertos rusos investigar a críticos del Kremlin fue “una oferta increíble”, según Trump.
La apertura de Trump a esa propuesta simbólica al parecer cedió el terreno elevado a Putin. Para los sectores antirrusos en Estados Unidos, la mera consideración de la propuesta fue un triunfo de Putin en su intento de sacudir los cimientos de la democracia estadounidense.
Después de todo, ése era el objetivo final de la intromisión de Rusia en los comicios, según funcionarios estadounidenses.
Putin dio un pinchazo al delicado tema cuando respondió con una pregunta a otra pregunta sobre la intromisión: “¿Usted cree que Estados Unidos es una democracia?”. AP