HELSINKI (Reuters) - Después de meses de intercambiar cumplidos a larga distancia, Donald Trump y Vladimir Putin se encontrarán el lunes en su primera reunión cumbre, que podría resultar un campo minado político doméstico para el presidente estadounidense y una victoria geopolítica para su contraparte ruso.
Ninguno de los dos prevé algún avance mayor en las conversaciones en la capital finlandesa, más allá de intercambiar palabras cálidas, un acuerdo para comenzar a reparar las golpeadas relaciones bilaterales, y quizá un trato para iniciar negociaciones sobre temas como el control de las armas nucleares y Siria.
Ambos hombres, que han elogiado las cualidades de liderazgo del otro desde lejos, también podrían acordar el comienzo del retorno del personal a sus respectivas embajadas y de propiedades diplomáticas confiscadas tras una oleada de expulsiones y medidas de represalia originadas en el envenenamiento de un exespía ruso en Gran Bretaña.
Sin embargo, antes de la cumbre las dos partes redujeron las esperanzas sobre el evento, pues Trump dijo a CBS que estaba acudiendo con “expectativas bajas” y John Bolton, su asesor de seguridad nacional, sostuvo en el programa “This Week” de ABC que Estados Unidos no buscaba “resultados” y que la reunión sería “desestructurada”.
El ministro ruso de Relaciones Exteriores Sergei Lavrov dijo a la estación de televisión rusa RT TV que él también tenía expectativas bajas. Él vería a la cumbre como un éxito si surgiera un acuerdo simplemente para reabrir líneas de comunicaciones cortadas, dijo.
Para Putin, solo el hecho de que ocurra la cumbre pese a la condición de semi-aislamiento de Rusia entre algunos estadounidenses y aliados de Estados Unidos es un triunfo geopolítico porque, en la mirada rusa, muestra que Washington reconoce a Moscú como una gran potencia cuyos intereses deben ser tomados en cuenta.
Para Rusia, también es una señal poderosa de que los esfuerzos occidentales de aislar a Moscú han fallado.
Pero para Trump, cuya victoria electoral fue respaldada activamente por 12 agentes de la agencia militar rusa, de acuerdo con un reciente procesamiento estadounidense, y cuyo entorno todavía está siendo investigado por posible colusión con Moscú, la reunión está cargada de riesgos políticos domésticos.
“Podemos decir con confianza que los riesgos políticos de Putin son menores que para el presidente Trump”, dijo Andrey Kortunov, jefe de RIAC, un grupo de expertos de Moscú cercano al Ministerio de Relaciones Exteriores ruso.
“Putin tiene menos para perder y más para ganar porque él no tiene una oposición doméstica, un legislativo potencialmente hostil, y no está siendo investigado como Trump. Pero si uno mira los medios estadounidenses, principalmente se enfocan en riesgos potenciales. Nadie allí cree realmente que puede salir algo bueno de esta cumbre”, añadió.
Una investigación sobre denuncias de interferencia rusa en las elecciones estadounidenses de 2016 ha empañado la presidencia de Trump. Trump ha negado cualquier tipo de colusión con los rusos de parte de su campaña y Rusia niega que intervino.
La cumbre de Helsinki marca el cierre de un viaje de casi una semana de Trump, en el que sembró dudas sobre su compromiso con la alianza militar OTAN, sobre la llamada relación especial de Washington con Gran Bretaña, y las relaciones estadounidenses con la Unión Europea, a la que calificó como un “enemigo” en términos comerciales.
Contra ese contexto y la incertidumbre acerca de qué podría hacer o decir Trump, su cumbre con Putin, que incluirá una sesión frente a frente con el líder ruso, solo con intérpretes presentes, preocupa tanto a los aliados de Estados Unidos como a los políticos estadounidenses. Trump y Putin
Foto - El presidente estadounidense Donald Trump saluda a los medios después de llegar a Vantaa, Finlandia, 15 de julio de 2018. Lehtikuva/Heikki Saukkomaa vía Reuters. Imagen provista por terceros.