La canciller alemana, Angela Merkel, mostró en Kiev el apoyo de Berlín al gobierno de Ucrania. El Gobierno Federal está haciendo todos los esfuerzos posibles por mediar en el conflicto entre Rusia y Ucrania.
La visita de Merkel a Kiev tuvo lugar en una fecha especial: la víspera de la celebración del Día Nacional de la Independencia, que los ucranianos celebran este domingo. "El territorio de Ucrania es indivisible e inviolable", reza la declaración de independencia del 24 de agosto de 1991, que el noventa por ciento de los habitantes de la "República Socialista Soviética de Ucrania”, aprobó en un referéndum.
Apenas 23 años más tarde, los ucranianos celebran su Día de la Independencia más triste: en Crimea ondea desde marzo la bandera rusa y en Donetsk y Lugansk el ejército ucraniano libra una dura batalla contra separatistas prorrusos. Más de 2000 personas han perdido ya la vida en este conflicto, calcula la ONU. Merkel aprovecha la oportunidad para obsequiar apoyo y expresar su compromiso por una solución pacífica.
El papel “clave” de Alemania
En Kiev aprecian los grandes esfuerzos de Berlín. Después de que la Unión Europea fracasara como mediador, debido a que a unos les parecía que su política estaba siendo demasiado débil frente a Rusia, y a otros, demasiado dura, Merkel y su ministro de Exteriores, el socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier (SPD), se convirtieron en figuras impulsoras en este proceso. Una fórmula alemana basada en llevar a cabo negociaciones bajo presión que conduzcan a una solución. Involucrarse militarmente o enviar armas a Ucrania no es una opción para el Gobierno alemán.
Palabras claras con Putin, en ruso
Merkel además, busca mantener el diálogo con el presidente ruso, Vladimir Putin, a quien conoce desde hace mucho tiempo y con quien habla muy francamente y en ruso. “Rusia reemplaza la fuerza del derecho por el derecho del más fuerte”, criticó Merkel la anexión ilegal de Crimea, e hizo hincapié en que la "historia común no contempla reivindicaciones territoriales contra un Estado soberano".
A pesar de intentarlo una y otra vez, el éxito de Merkel con Putin ha sido modesto, Putin sigue siendo obstinado e imprevisible. Sus numerosas llamadas telefónicas al Kremlin tampoco han logrado frenar a Putin. Pero luego fue derribado el avión del vuelo MH17 de Malaysia Airlines y la avergonzante conducta de las milicias prorrusas con los cadáveres provocaron un punto de inflexión, y el endurecimiento de las sanciones comerciales de la Unión Europea y Estados Unidos contra Rusia, a pesar de los perjuicios para la economía alemana.
Pequeños pasos diplomáticos
La mediación, empero, ha llegado a un punto muerto: la reunión tripartita organizada por Steinmeier en Berlín el 17 de agosto dio vueltas en torno al cese el fuego, los controles fronterizos con presencia de observadores internacionales y la repetido súplica a Rusia de no enviar ni soldados ni material bélico a Ucrania. Hoy, nada de eso se ha cumplido o no ha podido ser implementado.
Pero algo, por lo menos, se logró: los presidentes de Ucrania y Rusia se reunirán este 26 de agosto en la capital bielorrusa de Minsk. El presidente ucraniano, Petro Poroshenko, podrá asistir a dicha cita con la convicción de que Alemania lo respalda en la búsqueda de la paz. Su ministro de Relaciones Exteriores, Pavlo Klimkin, pidió esta semana una especie de “Plan Marshall” para Ucrania que podría llamarse mejor “Plan Merkel”. Así que las expectativas son grandes. ¿Las podrá cumplir Alemania?