BEIRUT (AP) — La ciudad siria de Raqqa ha sido liberada de milicianos del Estado Islámico, afirmó el martes un comandante de las fuerzas sirias con apoyo estadounidense, en una gran derrota para el grupo extremista que la había proclamado capital de su “califato”.
Ya no había enfrentamientos, aunque las Fuerzas Democráticas Sirias, comandadas por kurdos, recorren la ciudad norteña en busca de minas terrestres y células clandestinas del grupo conocido también por las siglas ISIS, dijo el general de brigada Talal Sillo a The Associated Press.
Decenas de milicianos que se negaron a rendirse se atrincheraron en el estadio deportivo, convertido en una tristemente célebre prisión durante los tres años de la ocupación.
Las FDS ya habían capturado el hospital principal de la ciudad, que además había servido como centro de mando de ISIS.
Más tarde se haría una declaración formal acorde a “la caída de la capital del terrorismo”, añadió Sillo, una vez que finalicen las operaciones de limpieza de la ciudad a orillas del río Éufrates. La ciudad sigue estando plagada de minas, una de las cuales mató al jefe de seguridad interna de las FDS el lunes.
La ciudad de Raqqa cayó en manos del grupo armado en 2014 y se convirtió en la capital de facto de su autoproclamado califato.
El recinto era uno de los últimos fortines de la milicia radical en Raqqa y funcionaba al mismo tiempo como hospital y como centro de mando.
La toma del hospital dejó a los milicianos del grupo extremista arrinconados en torno al estadio municipal de la ciudad, convertido en una enorme prisión en la que encarcelaron a cualquiera que se opusiera a su brutal gobierno.
“El estadio es una enorme estructura con salas y túneles subterráneos. Hay edificios a su alrededor” que siguen en poder de ISIS, dijo el vocero de las FDS, Musafa Bali.
En la ofensiva al hospital murieron 22 miembros del Estado Islámico, indicó Beli,.
Perder Raqqa es un enorme golpe para la milicia extremista, que ha ido perdiendo territorio en Siria e Irak, como ocurrió hace dos meses con Mosul, la segunda ciudad más grande de Irak.
El grupo declaró que la ciudad a orillas del Éufrates, que arrebató a otros rebeldes sirios a principios de 2014, sería la capital de su autoproclamado califato. Su ocupación convirtió una bulliciosa metrópoli en el epicentro de un régimen brutal, donde se decapitaba a los disidentes y se planificaban atentados terroristas.
Las Fuerzas Democráticas Sirias tomaron el lunes la “Plaza Paraíso”, que los milicianos extremistas utilizaban para ejecuciones y decapitaciones, obligando a los vecinos a presenciarlas tras convocarlos con altavoces.
Allí se dejaban durante días los cuerpos y cabezas cortadas, colocadas sobre postes. Los vecinos describieron cómo se etiquetaban los cadáveres con los supuestos delitos de los fallecidos para que los viera la gente.
La plaza, antes conocida por su famosa heladería, no tardó en ser conocida como Plaza del Infierno, Jahim en árabe.
Con la captura del hospital se arrió la última bandera negra de ISIS en la ciudad, según la agencia kurda de noticias Hawar. Un video difundido por la agencia mostraba enfrentamientos en torno al edificio, que parecía cubierto de agujeros de balas y ennegrecido en parte por el fuego.
La batalla por Raqqa comenzó en junio y se ha alargado ante la dura resistencia de los milicianos extremistas. La ciudad ha sufrido graves daños en los combates, que han dejado la mayoría de sus edificios en ruinas. Raqqa