WASHINGTON (AP) — Esa duda existencial que atormenta a los republicanos desde la sorpresiva victoria de Trump en las elecciones del año pasado se hizo presente nuevamente el martes tras el anuncio del senador Jeff Flake de que no buscaría la reelección. Flake ha sido uno de los republicanos que más ha cuestionado a Trump y enfrentaba una complicada reelección el año que viene. Ya le había surgido al menos un opositor dentro de su partido, que era apoyado por aliados del mandatario.
“Tal vez no haya espacio para un republicano como yo en el actual clima republicano o el actual Partido Republicano”, expresó Flake, un conservador que ha colaborado con los demócratas en temas como las leyes de inmigración y el acercamiento a Cuba promovido por Barack Obama.
La sombría evaluación que hizo el legislador sobre el futuro de su partido acentuó la preocupación de muchos respecto a las perspectivas de los republicanos en las elecciones de mitad de término de fines del 2018. Trump se ha mostrado poco leal a varios senadores y ha tenido fuertes encontronazos con gente como Flake y el líder del bloque republicano Mitch McConnell. Algunos de sus partidarios más fervorosos, encabezados por su ex asesor en la Casa Blanca Steve Bannon, están buscando candidatos alternativos, más proclives a alzarse contra el establishment republicano.
Andy Surabian, asesor de la agrupación trumpista Great American Alliance, dijo que la partida de Flake es parte de una tendencia que “debe ser otra advertencia al fallido establishment republicano que apoyó a Flake y a otros como él, de que les llegó la hora”.
Las disputas internas no son nada nuevo para el Partido Republicano, que por años ha sido testigo de refriegas entre el sector más moderado y pro-empresarial por un lado y una camada de elementos populistas y nacionalistas que facilitaron el ascenso de Trump por el otro. La victoria electoral de Trump les dio a los republicanos el control de la Casa Blanca y el Congreso, pero no hizo nada por limar esas asperezas. De hecho, Trump, un ex demócrata sin demasiado apego a los principios conservadores ni lazos fuertes con los líderes republicanos, ha exacerbado la brecha entre millones de votantes republicanos y los legisladores que los representan en Washington.
Peter Wehner, un detractor de Trump que sirvió en la Casa Blanca de George W. Bush, dijo que hay “una batalla por el alma del partido y del movimiento conservador”. Exhortó a los republicanos más tradicionales a que defiendan sus principios en lugar de escapar, aunque admitió que será muy difícil ganar esa batalla.
“Si el partido es definido por Donald Trump y Steve Bannon, mucha gente no va a querer ser parte de él”, manifestó.
Las fuerzas contrarias al establishment ya se apuntaron un triunfo cuando el incendiario jurista Roy Moore derrotó al senador Luther Strange en las primarias republicanas el mes pasado. Moore es considerado una figura marginal entre los republicanos y no hay garantías de que apoye a McConnell si se queda finalmente con esa banca de Alabama en el Senado el año que viene.
El anuncio de Flake del martes llegó horas después de que otro senador republicano, Bob Corker, que tampoco buscará la reelección, declarase que Trump estaba “degradando” al país con falsedades e improperios. La semana pasada, el senador John McCaine lamentó el clima de “nacionalismo falso, mal concebido”, mientras que Bush denunció el “matoneo y los prejuicios en nuestra vida pública”. Ninguno de los dos mencionó a Trump por su nombre, pero ambos parecían estar aludiendo a él.
En privado, muchos más republicanos han expresado alarma en torno al rumbo que está tomando el partido bajo el gobierno de Trump, tanto en lo que hace a sus políticas como al tono de su discurso. Ha corrido al partido hacia la derecha en el tema de la inmigración solo para posibilitar un acuerdo con los demócratas que permita a los jóvenes traídos al país de niños permanecer en Estados Unidos. Ha retirado a Estados Unidos del Acuerdo del Pacífico y amenazado con hacer a un lado el Tratado de Libre Comercio de América del Norte con México y Canadá. El mandatario, por otro lado, es apoyado por algunos nacionalistas blancos, una realidad que fue magnificada por la errónea respuesta que dio a recientes enfrentamientos entre supremacistas blancos y sectores contrarios en Charlottesville, Virginia.
Pero, al margen de ocasionales críticas a los tuits de Trump o a sus declaraciones más insensibles, la mayoría de los republicanos han guardado silencio, en parte para no alienar a los partidarios del presidente. Un puñado de representantes piensan hacer lo mismo que Flake y Corker y han dicho que prefieren dar un paso al costado y no volver a postularse en lugar de buscar la reelección en distritos que pueden ser reñidos.
Trent Lott, ex líder del bloque republicano en el Senado, dijo que es un error marginarse.
“No te quejas de que no hay espacio para ti en tu partido, te abres un espacio”, sostuvo.