SINGAPUR (Reuters) - El líder norcoreano Kim Jong Un aterrizó el domingo en Singapur antes de una cumbre con el presidente estadounidense, Donald Trump, que podría acabar con una disputa nuclear entre los dos viejos enemigos y transformar el reservado y empobrecido país asiático.
Cuando Trump y Kim se reúnan en la isla de Sentosa el martes ya estarán haciendo historia incluso antes de comenzar.
Enemigos desde la Guerra de Corea de 1950-53, Estados Unidos y Corea del Norte nunca han visto antes una reunión de sus líderes, ni siquiera una conversación por teléfono.
Kim llegó al Aeropuerto Changi de Singapur en su viaje más largo al extranjero como jefe de estado, llevando su habitual traje maoísta oscuro y su distintivo corte de pelo.
Fue saludado por el ministro de Exteriores de Singapur, Vivian Balakrishnan, que publicó una imagen en Twitter dando la mano a Kim con el mensaje: "Bienvenido presidente Kim Jong Un, que acaba de llegar a Singapur".
Un convoy de vehículos que incluía una limusina Mercedes Benz, igual a los vehículos que ha usado anteriormente el líder norcoreano, entraba en el centro de Singapur bajo unas fuertes medidas de seguridad.
La delegación de Estados Unidos, en camino desde la cumbre del G7 en Canadá, llegará en la tarde del domingo, y Trump previsiblemente se reunirá con el primer ministro de Singapur, Lee Hsien Loong, el lunes.
Trump planea llegar a la base aérea de Paya Lebar a las 8:35 p.m. del domingo y alojarse en el Hotel Shangri-La, según la Casa Blanca.
Entre los responsables a bordo del avión presidencial estadounidense, el Air Force One, están el secretario de Estado, Mike Pompeo, el asesor de seguridad nacional John Bolton, el jefe de personal de la Casa Blanca, John Kelly, y la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Sanders.
DIPLOMACIA DE ALTOS VUELOS PARA KIM Y TRUMP
En la cumbre están en juego las armas nucleares de Corea del Norte y la paz en la península coreana. Corea del Norte ha pasado décadas desarrollando armas nucleares, que culminó con un test de un dispositivo termonuclear en 2017. También ha probado con éxito misiles con suficiente alcance como para llegar al territorio estadounidense.
Los tests se producen en plena campaña de "máxima presión", liderada por Estados Unidos, que endureció las sanciones económicas contra Corea del Norte y elevó la posibilidad de una acción militar.
En una comparecencia por el Año Nuevo, Kim dijo que su país había completado el desarrollo de su programa nuclear y se centraría en el desarrollo económico, sugiriendo una reunión con Corea del Sur.
Después de una serie de contactos entre las dos coreas, responsables surcoreanos sugirieron en marzo a Trump que Kim podría querer reunirse cara a cara.
La cumbre llega tras semanas de debates y fue brevemente cancelada por la indignación norcoreana por los mensajes de algunos asesores estadounidenses.
Muchos siguen siendo escépticos de que Kim abandone por completo su programa nuclear. Creen que su último compromiso está dirigido a que Estados Unidos relaje las sanciones económicas que han azotad al empobrecido país.
Para Trump, un éxito en la cumbre le daría un deseado reconocimiento internacional antes de las elecciones al Congreso en noviembre.
Kim, del que se cree que tiene 34 años, es uno de los líderes de Estado más jóvenes del mundo y parece un candidato poco probable a hacer historia, al igual que su padre y su abuelo, los anteriores líderes del país.
Pero desde que asumió el poder en 2011 después de la muerte de su padre, Kim ha mostrado una mezcla de crueldad, pragmatismo y habilidad para dirigir el Gobierno para lograr su premio: sentarse en la mesa con el líder de Estados Unidos y ser tratado de igual a igual.
Los dos países estuvieron al borde de la guerra el año pasado, mientras sus líderes se intercambiaban insultos y amenazas, hasta que Kim hizo un dramático ofrecimiento en marzo para reunirse con Trump y conversar sobre el desarme nuclear, algo que el presidente estadounidense aceptó rápidamente.
Los dos líderes se reunirán a las 9 a.m. (0100 GMT) del martes en Capella, uno de los hoteles de lujo más caros de Singapur. Reuters