WASHINGTON (Reuters) - Las dos cámaras del Congreso estadounidense intentarán resolver sus diferencias el jueves sobre un proyecto de ley de financiamiento de emergencia para abordar la crisis humanitaria de niños y familias migrantes en la frontera con México.
El Senado, controlado por los republicanos, aprobó el miércoles una ley de gastos de 4.600 millones de dólares por una mayoría abrumadora.
El martes por la noche, la Cámara de Representantes -liderada por los demócratas- había aumentado la presión para la aprobación de los fondos, al establecer estándares de salud y nutrición para los migrantes detenidos luego de reportes de que no contaban con insumos elementales como jabón y pañales.
Una dramática fotografía de inmigrantes ahogados que circuló por los medios en los últimos días, y reportes sobre horrendas condiciones que sufren niños detenidos, empujaron los esfuerzos por lograr una ley de consenso que pueda ser enviada al presidente estadounidense, Donald Trump, antes del receso legislativo por el Día de la Independencia el 4 de julio.
No está claro que Trump vaya a promulgar la ley que pueda ser aprobada por el Congreso, dado que el mandatario insiste en reforzar la seguridad de la frontera con acciones que según algunos de sus rivales demócratas sólo generan más víctimas entre los inmigrantes.
Trump se ha enfocado en contener la inmigración ilegal, una parte central de su agenda de Gobierno, pero funcionarios estadounidenses están afirmando que pronto se quedarán sin fondos para las agencias fronterizas.
Los cruces ilegales en la frontera con México alcanzaron su nivel más alto en más de una década en mayo, lo que ha puesto bajo presión los recursos y dio paso a caóticas escenas de instalaciones de control apiñadas de personas.
La necesidad de financiamiento cobró urgencia cuando la semana pasada abogados de derechos humanos llamaron la atención sobre las miserables condiciones de una instalación fronteriza en Clint, Texas, que tiene más de 100 menores bajo custodia pero que hace mes y medio llegó a albergar a unos 700 niños. Reuters