TIJUANA, México (AP) — Cientos de migrantes llegaron el martes a un cruce fronterizo con la esperanza de entrar a Estados Unidos, pero era probable que los rechazaran debido a una nueva directriz de asilo del gobierno del presidente Donald Trump que cambia radicalmente las protecciones para la gente que escapa de la violencia y opresión de sus países natales.
La política entró en vigor el martes, pero rápidamente fue objeto de una demanda de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU por sus siglas en inglés).
“Esta es la medida más radical del gobierno de Trump para lograr una prohibición de asilo”, dijo el abogado de la ACLU, Lee Gelernt. “Viola claramente las leyes tanto nacionales como internacionales y no puede mantenerse”.
La política representa el intento más fuerte de Trump hasta la fecha para recortar el número de personas que piden asilo en Estados Unidos.
Trump no mencionó las nuevas regulaciones el martes durante una reunión en la Casa Blanca.
Según estas directrices, los migrantes que pasan por otro país camino a Estados Unidos no son elegibles para recibir asilo. La mayoría de los migrantes que llegan a la frontera este año pasaron por México, incluyendo centroamericanos, africanos, cubanos y haitianos. Eso hace prácticamente imposible que consigan asilo. Esa regulación también aplica para niños que han cruzado la frontera solos.
En el cruce fronterizo de Tijuana, 12 personas cuyos números estaban dentro de los primeros en una lista de espera para ingresar a Estados Unidos a través de un puente de San Diego fueron escoltados desde una puerta de metal hasta una camioneta blanca que partió minutos después para entregarlos a las autoridades estadounidenses.
Ndifor Gedeon, de 27 años, llegó a Tijuana hace casi tres meses con la esperanza de solicitar asilo en Estados Unidos luego de que estuvo tras las rejas en Camerún por un gobierno que ha perseguido a la minoría angloparlante del país.
Estaba reconsiderando sus planes luego de escuchar que muchos podrían no tener la oportunidad de recibir asilo debido a la nueva política y que, si su caso era rechazado, sería deportado a Camerún.
“Me siento enfermo”, comentó sobre la ansiedad que lo consumía. “Si me regresan a Camerún, perdería mi vida. La situación es espantosa”.
No habla español y no se siente a salvo en Tijuana, una ciudad que tiene una de las tasas de homicidios más altas de México. Aun así, prefiere quedarse en Tijuana que regresar a Camerún.
Trump se ha quejado de que los inmigrantes se están aprovechando del sistema de asilo de la nación para ingresar al país, y su gobierno ha tomado varias medidas para limitar sus opciones.
Muchas de las medidas adoptadas por el gobierno han sido rechazadas por las cortes, pero una excepción notable es una política que requiere que algunos solicitantes de asilo esperen en México mientras sus casos de inmigración se resuelven en los tribunales. Alrededor de 20.000 han sido enviados de regreso a México, y miles más están en listas de espera sólo para llegar al frente de la fila y poder obtener una entrevista de asilo.
Los solicitantes de asilo también tienen que aprobar una revisión inicial llamada entrevista de “miedo creíble”, un obstáculo que la mayoría pasa. Bajo la nueva política, no serían aprobados a menos de que hayan solicitado asilo en por lo menos un país por el que viajaron y hayan sido rechazados. Serían deportados de manera expedita a su país de origen.
A pesar de estas políticas, ha habido número récord de familias migrantes que cruzan la frontera en lo que va del año, abrumando las instalaciones y a las autoridades fronterizas. Cinco niños migrantes han fallecido desde finales del año pasado luego de que fueron detenidos por el gobierno, y los menores están detenidos en instalaciones fronterizas sucias y hacinadas.
La crisis sólo ha servido para intensificar la inmigración como un tema de campaña en momentos en los que Trump busca avivar a su base electoral tal como lo hizo en 2016 con su promesa de construir un muro en la frontera.
En un cruce de Ciudad Juárez, México, 10 solicitantes de asilo fueron llamados por las autoridades mexicanas y conducidos a través del puente de Paso del Norte a El Paso, Texas, donde fueron entregados a agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus siglas en inglés). Posteriormente, fueron llevados a una habitación donde se revisaron sus posesiones, fueron exhibidas en una mesa y empaquetadas.
Los migrantes todavía deberán pasar por los primeros pasos normales para solicitar asilo, pero enfrentarán un proceso mucho más difícil para poder ingresar al país.
Los abogados que representan a los migrantes cubanos dijeron que no califican para un proceso de deportación debido a que Cuba no los aceptará de vuelta.
“Preso prefiero la vida entera. Preso allí sí, permanente allí. Pero en Cuba no”, dijo Dileber Urrista Sánchez, quien esperaba que su número pasara el martes, pero seguía abajo en la lista.
Urrista, de 35 años, ha esperado junto con su esposa en Juárez durante los últimos dos meses, rentando una habitación con dinero que su madre le envía desde Las Vegas.
Señaló que su madre abandonó Cuba hace años porque pertenecía a un partido opositor. En respuesta, comentó, el gobierno le quitó su trabajo como chofer, y él y su esposa eran encarcelados por días por ser considerados “indignos de confianza”.
Criticó la nueva política del gobierno de Trump y señaló que el primer país al que pudo llegar tras dejar Cuba fue Nicaragua.
“¿De qué forma vamos a pedir asilo en Nicaragua si igual es comunista?”, manifestó.
Derek Mbi, de Camerún estaba entre casi 50 migrantes que se reunieron en Tijuana. Llegó ahí hace aproximadamente un mes y más de 8.100 personas estaban antes que él en la lista de espera.
El procesamiento de nuevas llegadas se ha detenido prácticamente en los últimos días, cuando el promedio solía ser de unos 40 nombres al día.
Mbi, de 29 años, se unió a una ola de cameruneses que huyeron de una violenta represión del gobierno contra la minoría angloparlante del país. Llegaron a Ecuador, donde no necesitan visa. De ahí, viajaron durante meses en autobuses y a pie a través de otros siete países para llegar a Tijuana.
El camerunés se enteró de la nueva política, pero creyó por error que sólo aplicaba a centro y sudamericanos. Espera asentarse con un amigo en Texas.
Por ahora, comparte un apartamento de un cuarto con 13 cameruneses en Tijuana y sobrevive con trabajos informales como pelar tomates en mercados al aire libre. Dijo que muchas compañías se negaron a contratarlo debido a que su permiso de tránsito a corto plazo en México no le permite trabajar. AP