KATMANDÚ (Reuters) - La cantidad de muertos por el devastador terremoto que azotó a Nepal podría alcanzar los 10.000, dijo el martes el primer ministro, mientras cientos de ciudadanos molestos y frustrados por la lenta respuesta del Gobierno excavaban entre los escombros buscando restos de sus seres queridos.
"El Gobierno está haciendo todo lo posible para el rescate y la asistencia en esta emergencia", dijo a Reuters el primer ministro, Sushil Koirala. "Es un reto y una hora muy difícil para Nepal", agregó.
La ayuda internacional finalmente ha comenzado a llegar a la nación de los Himalayas de 28 millones de habitantes, tres días después del terremoto de magnitud 7,9, pero la distribución es lenta.
Según el Ministerio del Interior, la cifra confirmada de muertos se ubica en 4.349 y hay más de 7.000 heridos.
"La cifra de muertos podría aumentar a 10.000 ya que aún debe llegar información de localidades remotas afectadas por el terremoto", dijo Koirala en una entrevista.
El martes se informó que unas 250 personas se encontraban desaparecidas luego de que una nueva avalancha impactó una localidad del distrito de Rasuwa, una popular zona de montañismo situada al norte de la capital Katmandú, según el gobernador distrital Uddhav Bhattarai.
Turistas extranjeros podrían estar entre los desaparecidos por la avalancha que golpeó el martes a la aldea de Ghodatabela. "Esta área se encuentra en un parque natural que es popular entre los turistas. Estamos tratando de rescatarlos, pero el mal clima y la lluvia están obstaculizando los esfuerzos", dijo Bhattarai a Reuters.
Naciones Unidas indicó que 8 millones de personas se vieron afectadas por el sismo y que 1,4 millones necesitaban alimentos.
El terremoto más mortífero que ha azotado a Nepal en 81 años también provocó una enorme avalancha en el monte Everest en la que murieron al menos 17 escaladores y guías, entre ellos cuatro extranjeros, el peor desastre en la cumbre más alta del mundo.
Todos los montañistas que permanecían varados en campamentos en lo alto del Everest han sido trasladados en helicóptero para su seguridad, informaron el martes montañeros.
Una serie de réplicas, graves daños por el sismo, una infraestructura deficiente y la falta de fondos han ralentizado los esfuerzos de rescate en el empobrecido país montañoso situado entre India y China.
En la capital Katmandú, jóvenes y familiares de víctimas cavaban entre las ruinas de edificaciones destruidas.
"Esperar por ayuda es más tortuoso que hacerlo nosotros mismos", dijo Pradip Subba, mientras buscaba los cuerpos de su hermano y cuñada en los escombros de la histórica torre Dharahara de Katmandú, un minarete del Siglo XIX que se derrumbó el sábado.
Decenas de personas murieron en el derrumbe de la torre.
"Nuestras manos son la única maquinaria en este momento", dijo Subba, de 27 años, que formaba parte de un grupo de lugareños que sacaban bloques de hormigón con máscaras de tela sobre sus rostros para protegerse del hedor de los cuerpos en descomposición.
"No hay nadie del Gobierno o el Ejército para ayudarnos", agregó.
En tanto, fuertes lluvias en la tarde del martes hacían más lentas las tareas de rescate.
El jefe de la Fuerza Nacional de Respuesta a Desastres (NDRF, por su sigla en ingles) de la vecina India, una de las primeras organizaciones extranjeras que llegó a Nepal para ayudar en las tareas de búsqueda y rescate, dijo que la localización de supervivientes y de los cuerpos de los fallecidos tomaría tiempo.
El director general de la NDRF, O.P.Singh, dijo que el equipo pesado podría quedar bloqueado en muchas de las calles estrechas de Katmandú.
"Hay que remover todos estos escombros, lo que tardará bastante tiempo (...) Creo que va a tomar semanas", dijo al canal de televisión india NDTV a última hora del lunes.
Muchas personas en todo Nepal dormían a la intemperie por tercera noche, luego de que sus hogares fueron destruidos o dañados por los temblores que continúan atemorizando a la población.
En Katmandú y en otras partes del país, miles de personas están durmiendo en calles y parques, muchos bajo tiendas de campaña improvisadas.
Los hospitales están sobrepasados, mientras que el agua, los alimentos y la energía escasean, aumentando los temores de enfermedades transmitidas por el agua.
Sin embargo, hubo algunas señales de normalidad el martes, cuando los vendedores de frutas establecieron puestos de venta en las principales carreteras y los autobuses públicos volvieron a operar.
Pero en momentos en que la ayuda tarda en llegar a muchos de los más vulnerables, algunos nepalíes se han mostrado críticos de las autoridades.
"El Gobierno no ha hecho nada por nosotros", dijo Anil Giri, que junto con unos 20 voluntarios buscaba a dos de sus amigos que estarían enterrados bajo los escombros. "Estamos removiendo los escombros con nuestras propias manos", agregó.