CIUDAD DE PANAMÁ (Reuters) - Los presidentes de Estados Unidos y Cuba acordaron el sábado trabajar de inmediato en normalizar sus relaciones para abrir sus respectivas embajadas, en la reunión de mayor nivel en más de medio siglo entre los viejos enemigos de la Guerra Fría.
Barack Obama y Raúl Castro conversaron en un clima de cordialidad y se mostraron optimistas en lograr una nueva relación pese a las diferencias ideológicas que los separan, en un breve e histórico encuentro en la Cumbre de las Américas que sellaron con un apretón de manos.
"Ahora estamos en posición de movernos en un camino hacia el futuro (...) podemos discutir con un espíritu de respeto", dijo Obama sobre la inédita reunión entre los líderes, que aseguró es respaldada por la mayoría de estadounidenses y cubanos.
"Y alguna de nuestras tareas inmediatas incluyen normalizar las relaciones diplomáticas y finalmente abrir una embajada en La Habana y que Cuba pueda abrir una embajada en Washington DC, para que nuestros diplomáticos puedan interactuar con mayor regularidad", agregó.
Obama admitió que su país seguirá hablando en defensa de la democracia y los derechos humanos en la isla, pero reconoció que La Habana hará lo propio con las políticas estadounidenses que quiera criticar.
"Puede ser que se nos convenza de algunas cosas, pero de otras no", dijo Castro.
"No hay que hacerse ilusiones, tenemos muchas diferencias", sostuvo el mandatario cubano, destacando que hay que tener paciencia después de la difícil relación que han mantenido los países desde el triunfo de la revolución cubana en 1959.
Durante su charla, los líderes estaban sentados uno cerca del otro y aunque no se miraban al hablar, intercambiaron algunas sonrisas ante la presencia de funcionarios de ambos países y con sus respectivos traductores a corta distancia.
PRIMER PASO DE UN LARGO CAMINO
A pesar del ambiente distendido, el encuentro fue apenas un primer paso hacia la normalización de las relaciones, un plan que busca reabrir sus embajadas, retirar a Cuba de la lista de países que patrocinan el terrorismo y el levantamiento de un viejo embargo económico sobre la isla.
"Aprecio como un paso positivo la reciente declaración (de Obama) de que decidirá rápidamente sobre la presencia de Cuba en una lista de países patrocinadores del terrorismo que es la que nunca debió estar", dijo Castro en la plenaria de la cumbre, donde bromeó con la ausencia de su país en las seis ediciones anteriores.
Después de un encendido recuento histórico sobre la injerencia política y militar histórica de Estados Unidos en la región, el octogenario líder cubano celebró los esfuerzos de Obama por enmendar los lazos con la isla de Gobierno comunista.
"Le pido disculpas porque el presidente Obama no tiene ninguna responsabilidad en nada de esto", dijo en prolongado discurso en el que elogió la "honestidad" y los orígenes humildes del presidente estadounidense.
Por su parte, Obama destacó el inicio de una nueva era en las relaciones de Estados Unidos con Latinoamérica y pidió dejar atrás la historia de la Guerra Fría, luego de que el presidente de Ecuador, Rafael Correa, acusara a Washington de respaldar dictadores y dominar económicamente a la región.
"No estoy interesado en tener batallas que empezaron antes de que yo naciera", dijo el mandatario norteamericano su discurso frente a líderes latinoamericanos de izquierda como el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, con quien Washington mantiene tensas relaciones.
"Voy a continuar invirtiendo en crear el tipo de espíritu de relaciones de interés mutuo y de respeto mutuo sobre las cuales creo que se puede avanzar", agregó.
Más allá de reabrir los canales diplomáticos y otros gestos importantes, el paso definitivo para La Habana se dará cuando Washington levante el embargo al que los cubanos culpan de las severas dificultades económicas que pesan sobre la isla desde hace casi 60 años.
"Estamos seguros que otros pasos se darán, como el fin del embargo, que hace mas de cinco décadas hace víctima al pueblo Cubano y debilita el sistema interamericano", dijo la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, en su discurso.
Obama quiere que se levante el embargo, que impide a Cuba hacer negocios con Estados Unidos pero también complica el comercio con otras partes del mundo. Sin embargo, es el Congreso estadounidense, dominado por los republicanos, el que puede anular la medida.
RESPETO SIN CONFIANZA
La expectativa por la cumbre era muy alta, ya que suponía la primera participación de Cuba desde que fue suspendida por la Organización de Estados Americanos (OEA) a instancias de Estados Unidos cuando el gobierno cubano se declaró marxista-leninista en 1962.
La reunión se celebra apenas cuatro meses después de que Castro y Obama sorprendieron al mundo al anunciar su intención de reanudar relaciones diplomáticas.
Sin embargo, la esperanzas de que se concrete el centenario sueño de una región unida e integrada sigue en entredicho por la creciente tensión entre Venezuela y Estados Unidos, que se dirigieron ásperas palabras en la sesión pese a que en días previos se habían relajado un tanto los ánimos.
Maduro exige a Washington que derogue un controvertido decreto que califica a su país como una amenaza para la seguridad estadounidense, un reclamo que fue fervientemente apoyado por Castro y otros líderes latinoamericanos.
"Es un decreto irracional, desproporcionado, yo no me creo este cuento (...) de que fue una declaración, solamente", dijo Maduro en su discurso en la Cumbre.
La Casa Blanca insiste que la medida es un requisito para imponer sanciones sobre siete funcionarios venezolanos acusados de violar los derechos humanos en las violentas protestas que sacudieron a la nación caribeña el año pasado. Obama incluso suavizó en los últimos días el significado de su decisión.
"Estoy dispuesto a hablar con el presidente Obama sobre este tema con respeto cuando él quiera. Le he enviado mensajes a Obama y nunca ha respondido", agregó el líder venezolano. "Lo respeto pero no tengo confianza en usted, presidente Obama".