Buenos Aires, 17 de marzo, 2017 (Reuters). Cantantes de rock con las Malvinas estampadas en sus camisetas, distritos con su nombre y hasta un museo dedicado por completo al archipiélago muestran lo profundo que cala en la sociedad argentina la reivindicación de las islas, aún 35 años después de haber perdido la guerra con el Reino Unido por su control.
El Gobierno argentino ha pedido por décadas en foros internacionales la soberanía de las Malvinas (Falklands en inglés), que son controladas por Londres desde el siglo XIX aunque están a menos de 500 de kilómetros de la costa del país sudamericano, en el Atlántico Sur.
Al asumir hace 15 meses, el presidente liberal Mauricio Macri mantuvo la demanda pero mostró un giro respecto de sus antecesores inmediatos al buscar una relación más amigable con Gran Bretaña y con los isleños, que quieren seguir formando parte del Reino Unido.
Un intento que, sin embargo, está lejos de decantar en una negociación por la soberanía.
"Hay una clara diferencia de acercamiento entre el Gobierno de Macri y sus predecesores, incluyendo su compromiso con el Gobierno del Reino Unido sobre un amplio rango de asuntos", dijo a Reuters Mike Summers, representante de la Asamblea Legislativa de las islas.
El anterior Gobierno de centroizquierda de Argentina intentó empujar a Gran Bretaña a negociar la soberanía de Malvinas con una fuerte presión económica sobre las islas, imponiendo sanciones a empresas —principalmente petroleras– que operaran en el archipiélago, entre otras iniciativas.
Como prueba del cambio de clima en Argentina, el país austral firmó el año pasado con Gran Bretaña un tratado bilateral para avanzar en aspectos comerciales, científicos y humanitarios, entre otros.
Se espera que este año se autoricen nuevos vuelos del continente a las islas y que haya avances en la identificación de soldados argentinos enterrados en las Malvinas durante el conflicto armado que dejó casi 1,000 muertos —además de cientos de suicidios en ambos bandos— y concluyó con la victoria británica.
"La relación con Argentina mejoró muchísimo", dijo una fuente de la diplomacia británica.
"Hay muchas negociaciones que están avanzando (...) También está previsto seguir dialogando sobre asuntos de interés mutuo como comercio y pesca", explicó.
El rubro de la pesca -que representa uno de los principales ingresos de los isleños- es uno de los puntos que podría registrar avances más significativos en el futuro, con intercambio de información y coordinación para controlar la actividad ilegal.
"Nosotros estamos hoy subexplotando como Argentina, mientras que otros están explotando de forma significativa. Hay predación en mares cercanos y la predación está en manos de otros", dijo recientemente la canciller argentina, Susana Malcorra.
De eso no se habla
Pero el mismo acuerdo entre Argentina y Gran Bretaña muestra los límites para que el diálogo por la soberanía de las islas —que Londres se niega a negociar— progrese en el corto plazo.
"Cualquier cosa que se vaya avanzando se hará bajo el paraguas de soberanía, lo que es un criterio aceptado por la parte británica también", dijo a Reuters una fuente del Gobierno argentino que ha participado de las últimas conversaciones con su contraparte británica.
El "paraguas de soberanía" es una figura que replica lo acordado hace más de medio siglo en el Tratado Antártico, que mantiene congelados los reclamos de soberanía aunque se avance en otros aspectos de una relación. "Eso permite que las dos partes avancen", explicó la fuente.
Esta semana, miembros de organismos no gubernamentales de Argentina viajaron al archipiélago con la intención de iniciar un diálogo pacífico con los isleños.
"Esperamos poder comunicarnos con los malvinenses y también que vayan a visitarnos al continente, esto es lo que queremos, de ver la posibilidad de sanar heridas", dijo durante la visita el argentino Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz en 1980. "Todavía encontramos aquí muchas resistencias", añadió.
Según la canciller Malcorra, es posible progresar en el diálogo de un 80 por ciento de los temas de interés mutuo, dejando de lado el 20 por ciento restante representado por el delicado tema de la soberanía de las Islas Malvinas.
Pese al intento de Macri por mostrarse más abierto a los cerca de 3,000 habitantes de las islas, los malvinenses muestran desconfianza hacia Buenos Aires porque consideran que el Gobierno aún no cumplió con la promesa de eliminar barreras a la economía de la isla, como las restricciones a las petroleras.Summers señaló que "no hay aún una relación entre el Gobierno de las Islas Malvinas y el Gobierno de Argentina, que hasta ahora no ha cumplido con sus compromisos acordados en el comunicado conjunto (del 2016)".