Las audacias en política se pagan muy, pero que muy caras, argumenta Pablo Martín de Santa Olalla Saludes, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Europea en esta tribuna exclusiva para EuroEFE en la que analiza el crucial resultado de las elecciones celebradas el 8 de junio en el Reino Unido..
(Las opiniones vertidas en esta tribuna reflejan exclusivamente la posición de su autor y no pueden ser atribuidas a 'euroefe.euractiv.es' ni a ninguno de los asociados de la red europea de EURACTIV ni a la Agencia EFE).
Conocido el veredicto de las urnas, lo primero que queda claro es que Theresa May ha fallado claramente en el intento por reforzar su posición dentro del Partido Conservador (“tories”) y, como consecuencia de ello, de tratar de imponer un “Brexit” duro a los negociadores comunitarios.
Sus dos puntos de diferencia (42% de los conservadores frente al 40% del laborismo) sobre el líder de los laboristas, Jeremy Corbyn, constituyen no solo una victoria pírrica, sino también un duro varapalo para sus aspiraciones personales. Porque, entre otras cosas, pierde la mayoría absoluta que Cameron había logrado en 2015 y ahora se ve obligada a buscar un pacto de gobernabilidad con los unionistas de Irlanda del Norte, o con los liberales, que tras el “abrazo del oso” que le dio Cameron a Clegg en 2010 (y que le costó en 2015 quedarse con menos de 10 diputados), seguramente no estarán dispuestos a reeditar un gobierno de coalición.
La clave de todo lo sucedido ha estado en el voto joven, el mismo voto joven que se quedó en casa hace un año con motivo del referéndum sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea, y que ahora han acudido masivamente a las urnas para dar su apoyo a Corbyn. Tampoco hay que perder de vista lo que han hecho los jubilados, quienes ya habían mostrado su profundo desacuerdo con la intención de May de reformar el sistema de pensiones.
Pero, sobre todo, lo que hay es un rotundo fracaso personal de quien ha intentado ser la nueva Thatcher, porque ganar por solo dos puntos de diferencia a un candidato tan débil como Corbyn debe estar generando en este momento un profundo malestar en las filas conservadoras. Un partido, el “tory”, que suma ya dos tremendos varapalos en solo dos años: primero, en 2016, convocando un referéndum que pensaban tenían ganado y que acabó con la hasta entonces fulgurante carrera política del premier David Cameron; y ahora, en 2017, con una convocatoria anticipada de elecciones que solo ha servido para reforzar a los laboristas y para sumir al conservadurismo británico en luchas fratricidas.
No debe olvidarse que una de las particularidades del régimen electoral del Reino Unido es que se trata de un sistema de listas abiertas, y que por tanto cada diputado electo, más allá de presentarse por unas siglas concretas, se debe, sobre todo, a los electores de su circunscripción, lo que les otorga una importante libertad de acción frente a su jefe de filas (conocida es la campaña que Boris Johnson, entonces Alcalde de Londres, hizo contra su líder, David Cameron, apoyando una salida rápida de la UE). Así que los teóricos 318 escaños de May está por ver que sean realmente todo el apoyo del que disponga la política británica, que, no obstante, ha anunciado ya su intención de obtener la confianza parlamentaria para ser investida de nuevo Primera Ministra.
Fuera de todo ello, resaltar que los liberales viven una ligera recuperación, pero que siguen sin ser los de hace siete años (el propio Clegg, aunque no era cabeza de cartel, no ha podido revalidar escaño), y que los nacionalistas escoceses de Nicola Sturgeon también salen debilitados, ya que han perdido el 25% de los escaños obtenidos en 2015. Al mismo tiempo, se constata el hundimiento definitivo del UKIP de Nigel Farage, absorbido por la posición dura de May en relación al “Brexit”.
Con este escenario, el Reino Unido, que puede entrar en recesión en cualquier momento, afronta con un Gobierno previsiblemente débil las muy difíciles negociaciones del “Brexit”, quedando claro que, a partir de ahora, cada paso que los conservadores quieran dar en relación con su salida de la Unión Europea habrá de contar con el apoyo de otros partidos.
Todo ello si May es capaz de aguantar en el cargo, porque queda claro que, a partir de ahora, y salvo monumental sorpresa, cada votación se va a convertir para su persona en todo un calvario.
Y es que las audacias en política, como ya hemos visto en más de una ocasión, se pagan muy, pero que muy caras. euroefe