NASHVILLE, Tennessee, EE.UU. (AP) — Enfrentó a sindicalistas airados, a un carismático rival demócrata y les dio un sermón a altos ejecutivos de una de las empresas más grandes del mundo. El senador Bob Corker nunca le huyó a una pelea.
Por eso no sorprendió a quienes lo conocen bien que este multimillonario, quien se enriqueció por sus propios méritos y alguna vez mencionado como posible candidato a la presidencia, redoblase la apuesta esta semana y aumentase sus críticas a Donald Trump, diciendo que era un “gran mentiroso”, que está “degradando nuestra nación”.
“Si siente que algo no está bien, se lo va a hacer saber”, afirmó el gobernador de Tennessee Bill Haslam, quien conoce a Corker desde la adolescencia.
En realidad, Corker, de 65 años, le escapó a una dura batalla en las primarias republicanas el mes pasado cuando dijo que no buscaría la reelección, pero sostuvo que lo hizo desde una posición fuerte.
Si bien ya había tenido roces con Trump en el pasado, el anuncio pareció liberarlo y comenzó a hablar cada vez con mayor franqueza sobre el presidente, como cuando lo acusó de haber convertido la Casa Blanca en una “guardería para adultos” y de encaminar a Estados Unidos “hacia la Tercera Guerra Mundial”.
Trump reaccionó diciendo que Corker era un “peso liviano” que no puede ser elegido “ni siquiera como perrero en Tennessee”.
Corker dijo el jueves en MSNBC que “esto es algo que se viene gestando desde hace tiempo”, que la Casa Blanca le pidió que interviniese “cuando (Trump) está a punto de descarrilarse” y que el mandatario había “cortado las alas a su secretario de Estado” Rex Tillerson.
Pero insistió en que no quería “insistir con todo eso”.
“Si hay algo en lo que no pienso cuando me levanto a la mañana es en lo que sucede en la Casa Blanca”, expresó Corker, quien se comprometió a seguir trabajando en una reforma impositiva y en otros temas hasta el final de su término.
Trump aludió una vez en tono burlón a su baja estatura, llamándolo “Liddle Bob Corker”. Pero esas cosas no alteran al senador, que está acostumbrado a ese tipo de bromas.
Corker hizo fortuna con una empresa de construcción, se postuló por primera vez al Senado en 1994 y perdió ante Bill Frist, un médico que lo describió como “un hombre pequeño desesperado”, una “escoria nauseabunda”. Corker había destacado inconsistencias en las votaciones de Frist y le había dicho que era un asesino de gatos porque adoptaba felinos y los usaba para experimentos cuando era estudiante de medicina. Senador Corker